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Blog de Pediatria Social

Archive for septiembre 2016

La feminización de la pobreza

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imgresNo vamos a pretender que introducimos un tema nuevo. Ya hemos hecho referencia antes (https://pedsocial.wordpress.com/2012/08/02/los-ninos-con-riesgo-ii-los-riesgos-economicos/)

Que la feminización de la pobreza mantenga una rabiosa actualidad no debe ocultar que hace casi cuarenta años que se acuñó el término en el trabajo seminal de Diana Pearce (The Feminization of Poverty: Women, Work, and Welfare The Urban & Social Change Review,  Special Issue on Women and Worlc Volume 11, Numbers 1 and 2 1978, pag. 28-38) en 1978. Pero no fue hasta que la Plataforma de Acción aprobada por la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en Beijing en 1995, identificó la erradicación de la persistente y creciente carga de la pobreza en las mujeres como una de las 12 esferas de especial preocupación que requiere especial atención y acción de la comunidad internacional , los gobiernos y la sociedad civil.

Todas las organizaciones sociales, y especificamente las plataformas feministas, llaman la atención sobre los factores determinantes de esta realidad. Las estadísticas no reflejan adecuadamente la pobreza de las mujeres; el principal problema es la forma de cálculo de la pobreza, que se basa en la renta del hogar. Se mantiene o crece la tradicional brecha de género tanto en términos de desempleo como de pobreza, brecha salarial que entre hombres y mujeres en España ronda el 17%. Las mujeres dedican más tiempo a actividades no remuneradas que los varones, como aquellas que tienen que ver con el cuidado del hogar y de la familia, El tiempo dedicado a labores de cuidado no sólo se observa durante el día, sino también a lo largo del todo ciclo vital. y así sucesivamente.

Los factores de la pobreza no sólo se representan en el entorno laboral: con menos tiempo y, en general, menos formación, el acceso a puestos de trabajo de mejor remuneración queda siempre limitado. La valoración, o como se dice ahora, la puesta en valor, desde el punto de vista macroeconómico de las dedicacions de las mujeres a la vida familiar está ausente, carece de reconocimiento.

Sin pretender profundizar mucho más, desde esta plataforma, en todos los aspectos de la realidad de la feminización de la pobreza, sobre lo que si queremos insistir es que esa parte de la pobreza es la que más incide sobre la pobreza infantil. Y empeorada porque la laboralización intensiva de la mujer sin compensaciones que tengan en cuenta su condición, limita también la dedicación que puedan dar la los hijos. La feminización de la pobreza es paralela a la pobreza infantil.

Desde la Pediatria social animamos a nuestros lectores a profundizar en el conocimiento y análisis en su entorno de la feminización de la pobreza y sus consecuencias en la pobreza infantil. Y que canalicen sus esfuerzos sociales a sensibilizar a quienes tengan posibilidad de contribuir a corregirlo en esta dirección.

X. Allué (editor)

 

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29 septiembre 2016 at 6:51

Netiquette – la etiqueta y la educación en la red

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netiquette«Netiquette» es la versió de la educación o la urbanidad en la red. Como las mismas normas de educación en la mesa o, en general, en la sociedad, viene de atrás. Las normas más o menos escritas de la cortesía son una construccion cultural europea. Todo eso de «dar la derecha», ceder el paso en una puerta, decir «buenos días», «gracias» y «por favor», comer con la boca cerrada, usar adecuadamente los cubiertos, ceder el asiento a los mayores o impedidos, no levantar la voz o hablar a gritos, no meterse el dedo en la nariz o no echarse pedos en público, se fue construyendo a lo largo de la edad moderna y entre sociedades urbanas en Francia y Centroeuropa. Aunque el propósito fuera hacernos la vida más agradable y fácil los unos a los otros, no es menos cierto que ha servido para discriminar, para diferenciar los provilegiados de la plebe. Igualmente es cierto que los movimientos revolucionarios y contestatarios del siglo XX han dado al traste con muchos de estos modismos. Además la mundialización (lo de «globalización» es un anglicismo inadecuado. Los globos están vacíos en español) incluye enormes contingentes de personas cuyos modelos de educación difieren de los europeos en extensión, forma y catalogación.

Con el advenimiento (realmente es un «advenimiento». Ahí lo dejo para la reflexión) de la Internet, especialmente al principio y antes de la puesta en marcha de la World Wide Web, cuando todo era texto y no imagen, se fue promoviendo el mantenimiento de ciertas «conductas» en el uso del medio para hacernos, a los internautas, la vida más fácil y placentera. Especialmente en el uso de las comunicaciones como el correo electrónico y la mensajería en general. Una buena parte tiene que ver con la tipografía. A estas alturas, por ejemplo, todo el mundo sabe que en el uso del lenguaje escrito, las mayúsculas son el equivalente a los GRITOS, a levantar la voz.

El acceso de los niños a la Internet y, en general a todos los recursos de comunicación de las redes sociales viene siendo mucho más rápido de lo que suele ser la educación social convencional en todos los otros ámbitos. Además el acceso aInternet y las redes sociales es un acceso espontáneo, de alguna forma asilvestrado, del que se aprende «en la calle», como sucede con otras cosas que se aprenden en la calle, como el juego o el sexo. Si ya es difícil educar un hijo en la vida común, si además se tiene en cuenta que la educación cibernética de los padres y educadores es también rudimentaria o inicial, educar para la red a los niños puede ser una tarea poco agradecida.

No queda más remedio que recordar el proverbio africano que dice que para educar un niño se necesita toda la tribu. Los padres podrán hacer lo que buenamente puedan. Los educadores los que les permita su tiempo, dedicación y sistema. Pero todos los demás, con nuestro comportamiento y ejemplo, también. Sobre todo cuando actuamos en la red, a esa red que tiene acceso todos los niños.

Alrededor de estos temas se mueve también la seguridad en la red, pero eso merece otro tratamiento.

Ahí van una Normas de Netiquette, publicadas ya hace un tiempo en diferentes versiones. Esta corresponden a las de Virginia Shea.

Regla 1: Recuerda la realidad humana de la red
Regla 2: Mantén las mismas normas de comportamiento en línea que sigues en la vida real
Regla 3: Conoce dónde estás en el ciberespacio
Regla 4: Respeta los tiempos y el ancho de banda de la gente
Regla 5: Procura quedar bien cuando estés «en línea»
Regla 6: Comparte el conocimiento experto
Regla 7: Ayuda a mantener bajo control las «guerras»
Regla 8: Respeta la privacidad de otras personas
Regla 9: No abuses de tu poder
Regla 10: Se indulgente con los errores de otras personas

X. Allué (Editor)

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26 septiembre 2016 at 6:01

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Uso inmoderado de recursos electrónicos

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imagesYa hace tiempo que venimos oyendo que el uso excesivo de Internet, concretamente el uso excesivo de emisión y recepción vídeos, de las redes sociales y de la mensajería instantánea, puede asociarse a graves problemas de salud mental, especialmente en las personas más jóvenes. Al mismo tiempo, y junto a una larga colección de anecdotario más o menos truculento, lo vemos referido a la televisión, los videojuegos y al uso de ordenadores en general. Hace un tiempo, en mayo de 2011  (TV y los niños) ya hablamos algo de esto.

Echamos en falta, sin embargo, evidencia objetiva que confirme esa relación y, sobre todo, la que especifique en lo que respecta a la salud mental si el empleo obsesivo de recursos electrónicos es el huevo o la gallina. La causa o el efecto de comportamientos, al menos, peculiares.

Cualquier psiquiatra que se precie debe haber, no ya leído, sino estudiado con profundidad la más grande obra de la literatura en español: «El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha», de Miguel de Cervantes. No hace falta alargarse mucho en el texto para encontrar el párrafo: «…y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio.» Para cuando se publicó El Quijote, hacía ciento cincuenta años de la invención de la imprenta, invento al que se atribuyeron toda clase de perjucios y maldades, que en la lectura de los legos estuvo origen del cisma de Occidente, un diseño del maligno para torcer voluntades y corromper almas, promover herejías y descreimientos o acabar volviendo loco a cualquier hidalgo castellano. Cervantes(1) ya daba por superada esa etapa de crítica desaforada a la difusión de conocimiento mediante el recurso de la imprenta. Pero hay quien todavía no lo ha superado. De la imprenta han volcado sus prejuicios y culpabilidades a la Internet. Y por extensión a los otros dispositivos que almacenan o difunden información escrita o en imágenes…y todo ello sin censura!!!

Van a hacer falta aún unos años para que encontremos un equilibrio entre la difusión de la informació y su administración. Y para que veamos ceder las críticas poco pensadas a un medio, o unos medios que estan contribuyendo notablemente a mejorar la vida de la gente. Y ello mientras vemos que las instituciones o los gobiernos que pretenden imponer censuras a la Internet, son los más reaccionarios y totalitarios que existen. Y que no lo hacen para proteger a su población de posibles males, sino para protegerse ellos mismos de las naturales críticas que la opresión y la falta de libertades concitan.

En lo que respecta a la salud mental de los más jóvenes, como decimos, todavía nos falta información objetiva. Investigadores del Departmento of Psiquiatria y Neurociencias de la McMaster University, en Hamilton, Canada, han publicado recientemente un estudio centrado en las preguntas de si, en primer lugar, estamos subestimando groseramente la prevalencia de la adicción a Internet. Y, en segundo lugar, si estas cuestiones de salud mental pueden ser una causa o la consecuencia de una dependencia excesiva en Internet. Tampoco han encontrado las respuestas precisas, pero si abren el camino para que intentemos entender por donde se nos pueden escapar niños o jóvenes susceptibles de recibir atención por este tipo de problemas.

Como siempre y en cada caso, un profundo estudio de los antecedentes y una precisión en el diagnóstico nos ayudarán. Y en todo caso debemos desproveernos de prejuicios que puedan distraer la atención en cada situación específica. Personalmente no creo que la Internet pueda volver a nadie loco, más allá de lo que pudieran hacer los libros de caballerías–por cierto, una literatura bastante cutre–las novelas del Oeste o los videos de Youtube.

X. Allué (Editor)

(1) ¿Se me permite polemizar sobre si Cervantes se llamaba Miquel Sirvent y era un judío valenciano que escribía en catalán y luego traducía? ¿Y que Quijote es la castellanización de «cuixot», la pieza de armadura que cubre el muslo (cuixa) de los guerreros armados?…es broma.

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23 septiembre 2016 at 12:28

Hospitales

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imagesMe preguntaban el otro dia si la Pediatría social era una especialidad «hospitalaria» o «extrahospitalaria». Aún recuerdo que hace muchos años el profesor Manuel Cruz comentando la creacion de las nuevas sociedades de Pediatria de Atención Primaria, no tenía claro si la Pediatria «Extrahospitalaria» no era sólo «Contrahospitalaria«. No tengo tantos años como el profesor Cruz pero si los suficientes para compartir ideas críticas de iniciativas que contenían más personalismos que realidad.

Como en la copla, para quien esto escribe, Pediatría no hay más que una/ y a tí te encontré en la calle.

En el ámbito hospitalario coinciden una serie de situaciones clínicas que requieren una visión social intensa. Desde el nacimiento de los niños, por ahora mayoritariamente hospitalario, hasta las intoxicaciones con psicofármacos recreativos de la adolescencia, la vida de los niños transcurre por un periplo de situaciones que pueden requerir asistencia hospitalaria por problemas sociales.

Unos serán incidentales que requerirán acudir a Urgencias, mientras que otros serán dependientes de especialidades pediátricas como la Neuropediatria o la Psiquiatría infantil. Pero cualquier niño que ingrese en un hospital cualquiera que sea su problema clínico se puede beneficiar de una mirada que tenga en cuenta los componentes sociales de su motivo de ingreso. Desde las relaciones intrafamiliares, hasta el progreso escolar, pasando por su situación en la comunidad.

Y es que todo en Pediatría tiene un componente social o, como también se ha dicho, si no es social, no es Pediatría.

Es lo que queremos recordar a todo el personal sanitario que se ocupa de los niños en el ámbito hospitalario.

X. Allué (Editor)

 

Sobre hospitales: https://pedsocial.wordpress.com/2014/06/19/los-mejores-hospitales/

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20 septiembre 2016 at 18:56

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Inteligencia social y autismo

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220px-autism_spectrum_infinity_awareness_symbol-svgSe ha postulado que el autismo, o lo que mejor se denomina Trastornos del Espectro Autista (TEA) representa una distorsión de la inteligencia social. Baron-Cohen publicó hace quince años una serie de estudios sobre la descripción de lo que podría entenderse como inteligencia social en individuos autistas (Baron-Cohen, S. et al. Social intelligence in the normal and autistic brain: an fMRI study. Eur. J. Neurosci. 11, 1891-1898) sobre el uso de resonancia magnética y otros sobre los tests de la lectura de los ojos. Desde entonces se ha ampliado la comprensión de algunos fenómenos del TEA, a la vez que se han desarrollado los conceptos teóricos de la inteligencia social. (Social Intelligence and Autism Spectrum Disorders, Jessica Schroeder, 2011, Kerry’s Place Autism Services).

Aunque desde este rincón nos hemos atrevido a comentar la idea de la inteligencia social, no quisiéramos simplificar una materia compleja cuyo dominio compete a neuropediatras y psicólogos clínicos. Pero si aproximar la temática ya que, en el tratamiento de los niños con TEA entendemos que es esencial que las habilidades sociales se consideren un objetivo esencial.  La planificación del tratamiento de todas las personas con TEA requiere enfoques mutidisciplinarios, y el papel de los trabajadores sociales y los pediatras sociales ocupa un lugar preferente.

 

X. Allué (Editor)

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12 septiembre 2016 at 8:51

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Más de idiomas

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imagesAl lado de las veleidades de los políticos sobre las lenguas del estado, las simplezas de unos y las desordenadas ideas de otros, lo que está más que claro es que los niños aprenden las lenguas sin dicficultad y por algo tab simple como el uso.

El año pasado ya lo recordábamos: https://pedsocial.wordpress.com/2015/06/22/lenguas-y-lenguajes/ , mencionando el epigrama de Nicolás Fernández Moratín:

Admiróse un portugués
de ver que en su tierna infancia
todos los niños en Francia
supiesen hablar francés.
«Arte diabólica es»,
dijo, torciendo el mostacho,
«que para hablar en gabacho
un fidalgo en Portugal
llega a viejo y lo habla mal;
y aquí lo parla un muchacho».

Ahora la preocupación es con el inglés, convertido en lingua franca en muchos ámbitos, especialmente los de la ciencia y los de las finanzas. Teniendo en cuenta al portugués del cuento, sin embargo, sabemos que los niños de esta Península Ibérica que mejor hablan inglés son precisamente los portugueses. Bueno, con la excepción de los gibraltareños que no tienen el problema y, en cambio, hablan español con un estupendo acento andaluz.

Los niños portugueses pronuncian el inglés con acento standard porque ven los dibujos animados en la televisión en idioma original. Y leen más deprisa porque están acostumbrados a leer los subtítulos en su idioma. Lo siento por la industria del doblaje, pero doblar las películas al español, herencia de los años de la autarquía, no fue nunca una buena idea.

Algunos esfuerzos ya los hemos citado aquí, como la serie de dibujos «Dora la exploradora«, que ha sido pensada para enseñar inglés a los niños norteamericanos hispanoparlantes, también pueden servir aquí, aunque precisan un refuerzo por parte de padres y educadores porque el vocabulario es limitado. Pero si los maestros españoles no hablan inglés, difícilmente van a poder enseñarlo.

X. Allué (Editor)

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8 septiembre 2016 at 8:34

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A vueltas con el dominio de idiomas

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rajoy no habla idiomasDurante el enojoso proceso de elección de un gobierno para el estado, que lleva diez meses y dos elecciones sin conseguir acuerdos ni soluciones, surge de nuevo la consideración sobre el dominio de idiomas entre la población estudiantil. En lo que se aparece como la creación de un nuevo conflicto sobre el sistema de inmersión lingüistica en Catalunya, el presidente del gobierno en funciones y candidato frustrado, insistió sobre los delirios que la malhadada LOMCE, la ley que un desvergonzado ministro ha dado nombre, en el sentido de que se emplee el inglés como lengua vehicular en el sistema escolar. En el caso de los paises de lengua catalana, además de las otras dos oficiales: catalan y español. No es que la idea sea mala. Es la intención. El sistema de inmersión lingüística de Cataluya, vigente de hace años, lleva a los jóvenes y no ya tan jóvenes a hablar y escribir en la lengua del país y tener mejores niveles de español que sus coetáneos de varias Comunidades Autónomas monolingües. Que además aprendan inglés en el ámbito de la enseñanza pública es estupendo. Pero para conseguirlo no va a bastar que el profesorado domine la lengua de Shakespeare, cosa que actualmente no sucede, sinó algo más. Principalmente entender lo que representa el dominio de más de una lengua, cosa aparentemente inalcanzable para, por ejemplo, el señor Rajoy y la mayor parte de los líderes políticos españoles.

Este tema ya ha sido tratado con anterioridad en este blog. Ya hace cinco años publicábamos:

Una decisión mastuerza del Tribunal Superior de Justicia y el vocerío preelectoral coincidiendo con el comienzo del curso, han vuelto a poner de actualidad una aburrida polémica sobre la enseñanza en catalán en Cataluña. Treinta años después de que esté en vigencia en el sistema educativo catalán el programa de inmersión lingüística, los jóvenes catalanes hablan y escriben en la lengua del país y tienen mejores niveles de español que sus coetáneos de algunas CCAA de habla castellana. Esa es la realidad.

Desde aquí no vamos a defender una postura política ni deseamos entrar en debates culturales. Pero si ofrecer algunas reflexiones sobre el aprendizaje y uso de las lenguas por parte de los menores.

Aunque algunos se resistan a creerlo, lo habitual en la mayor parte del mundo es que la gente utilice dos o más lenguas para entenderse. En una mayoría de estados, las lenguas oficiales son más de una. Así sucede en Europa, en buena parte del Oriente, por descontado en África y, también, en América.

La mayor parte de los nuevos inmigrantes que en el último decenio han llegado a nuestro país, ya de origen hablaban más de una lengua: magrebíes que además del árabe, hablan francés o tamazit o chelja. Nigerianos que hablan inglés y yoruba, senegaleses que, además de francés, hablan mandinga o wolof. Rumanos que hablan alemán. Ecuatorianos que usan el español y el quechua.

Parece evidente que las personas que conocen más de una lengua tienen facilidad para aprender una tercera y aún otras. Existen además publicaciones que muestran evidencia de que los bilingües tiene una menor incidencia de demencia senil y enfermedad de Alzheimer.

Toda mi vida a transcurrido en países donde había más de una lengua oficial: Canadá, Euskadi, Baleares o Cataluña. Incluso en un período en los Estados Unidos antes de la notable presencia del español actual, viví en un estado que, además del inglés, reconocía como lengua oficial el cherokee. Nunca se me han presentado problemas de pacientes que se relacionasen con dificultades por utilizar más de una lengua.

Tengo la suerte de usar habitualmente tres idiomas, puedo hacerme entender en cinco y leer siete, además de media docena de formas dialectales de los tres primeros. Si tuve que hacer un esfuerzo siempre fue en beneficio de quienes servía: niños y sus padres con algún problema de salud. Ocasionalmente he tenido que utilizar intérpretes: de árabe, de eskimo, de griego, de switzerdeutsch—que es lo que hablan tres de mis nietos, además del español—y me he sentido frustrado. No puedo entender que los líderes políticos españoles sean tan obtusos que no dominen por lo menos una lengua de las de uso internacional. Ni que no hayan hecho un esfuerzo por aprender alguna de las otras cuatro lenguas oficiales del estado español.

Todo el mundo reconoce que los niños pequeños no tienen problemas para aprender más de una lengua. Es después, cuando de adultos interviene la voluntad, cuando se hace difícil aprender otra lengua. Pero, sobre todo, cuando se mantienen prejuicios o posturas autárquicas.

Los médicos, y especialmente los pediatras, no podemos permitirnos que por desconocer la lengua de nuestros pacientes, su salud pueda verse perjudicada.

Los pediatras además, tenemos la obligación de promover el plurilingüismo entre los menores y denunciar las limitaciones al libre uso de todas las lenguas.

(https://pedsocial.wordpress.com/2011/09/18/bilinguismo-y-aprendizaje/)

Y también : https://pedsocial.wordpress.com/2012/05/14/ensenar-a-hablar-a-los-ninos/

Continuan siendo válidos.

 

X. Allué (Editor)

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6 septiembre 2016 at 6:55

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La parte social de los riesgos ambientales-II

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imgresDeben ser cosas del verano (pasado), pero la entrada con este mismo título del 13 de agosto de 2015, sólo la leyeron 18 personas. Se nos ocurre que mantiene actualidad y por eso la reproducimos.

«No vamos a excusarnos de entrar en temas de profundidad en medio del lánguido y vacacional mes de agosto. El ocio también sirve para la reflexión.

La participación de los tóxicos ambientales en las causas de las enfermedades y, en general, sus efectos sobre la salud, aunque evidentemente sean factores externos a la gente, tiene una importante faceta de carácter social, sobre todo ligada a los usos, costumbres y comportamientos sociales. Es decir: los tóxicos están ahí. Pero afectaran más o menos la salud dependiendo de les períodos y momentos de la exposición, la proximidad a los tóxicos y lo que a esos factores de tiempo y espacio contribuyan las voluntades, costumbres o culturas de la gentes.

Sin pretender hacer una monografía sobre la presencia de lo que se conoce como agentes contaminantes, podemos distribuirlos según donde se encuentren: tóxicos hay en el aire, en el agua, en los alimentos, en el suelo, en el entorno… Cuando la gente habla de polución suele referirse predominantemente a la aérea, la atmosférica. En las grandes ciudades se ve, se huele. A veces hasta se toca cuando el material particulado abunda. Su origen suele ser la combustión de substancias diversas, predominantemente la quema de hidrocarburos para la producción de energía: para la calefacción, para los motores de explosión de los automóviles o para la maquinaria de las industrias. La combustión de hidrocarburos, dependiendo de su composición, libera en el aire CO2 (anhídrido carbónico), NO (óxido nitroso), SO2 (anhídrido sulfuroso) y CO (monóxido de carbono), entre otros subproductos. Además, la actividad industrial puede liberar en el aire una amplísima diversidad de compuestos de toxicidad variable, como siempre, dependiendo de la dosis y el tiempo de exposición.

El agua de bebida o de cocción, la que sale del grifo de la red urbana, también puede estar contaminada con elementos indeseables. La mayor preocupación de centra en los contenidos orgánicos, o más concretamente la contaminación bacteriana, transmisora de enfermedades múltiples. Supuestamente la cloración del agua de suministro, debe resolver esta materia. No tanto así el contenido de otras substancias no siempre fácilmente detectables como algunos elementos químicos y los metales pesados.

En muchos lugares, especialmente las zonas muy industrializadas, preocupa especialmente la contaminación del suelo que no siempre se tiene en cuenta por cuanto es poco visible. Al suelo van a parar desechos industriales diversos y el principal riesgo que presentan es que esos residuos pueden incorporarse a las capas freáticas y contaminar fuentes de agua, ríos y el mar. Especialmente nocivos son los metales pesados porque estos no se degradan y pueden persistir en el suelo durante decenios.

La contaminación de los alimentos en general es secundaria a las anteriores, cuando los agentes contaminantes llegan al agua de riego o a la de bebida de los animales y se incorporan a la cadena trófica hasta llegar a los alimentos comercializados. A ello hay que añadir los colorantes, conservantes y modificadores de texturas o sabores que la industria alimentaria incorpora a los alimentos manufacturados.

O sea, que estamos rodeados. Desde el ámbito de asistencia sanitaria y, más concretamente de la Pediatría social, poco podemos ofrecer a nuestros pacientes y sus familias. Nos toca, eso sí, sensibilizar a las autoridades, promover acciones colectivas, llenar los medios de comunicación de requerimientos, protestas e información y, también, convidar a la gente que vote cuando tenga ocasión a los gobernantes que mejor defiendan la lucha contra la contaminación.

En el plano estrictamente individual, además de ofrecer información y referencias fiables, tampoco está de más intentar tranquilizar angustias y contener ansiedades que puedan producir efectos también indeseados o reacciones de protección desproporcionadas, que acaben sometiendo a los niños a procedimientos o precauciones inmoderadas. No se debe mantener a los niños en una burbuja.

Lo que si podemos hacer es recordar a unos y a otros que entre los agentes contaminantes, tóxicos, existen algunos que son elegidos, mientras que otros corresponden a riesgos involuntarios. No vale exclamarse de que la fábrica más cercana del polígono industrial echa humo y, cuando sopla el viento hacia aquí, lo notamos, mientras lo argumentamos con un cigarrillo encendido. Ni tampoco quejarse de la industria química mientras acumulamos una ingente cantidad de productos de limpieza a medio usar debajo del fregadero, que además usamos sin orden ni sentido. Sin olvidar aquellos que van a estar presentes en los,productos de higiene personal como recordábamos en https://pedsocial.wordpress.com/2014/05/05/la-vertiente-social-de-la-17-ci-metil-isotiazolinona/ de algunos conservantes y bactericidas de cosméticos.

En la encuesta de salud individual debe incluirse la nómina de productos que existen en el hogar y el uso que se hace de ellos. Y recordar que el humo del tabaco es el contaminante más próximo y más común al que se ven expuestos los menores de un año.

También conviene relativizar las huidas a espacios o costumbres de otras épocas. Es posible que el habitante urbano sueñe con un regreso a una Arcadia feliz, rural, pastoril y bucólica. Y hasta que intente remedarlo durante los fines de semana o las vacaciones. Conviene recordar que los fuegos abiertos, de hogar, como medio de calefacción generan una notable contaminación de humo y residuos. Y que los recursos alternativos de estufas de combustión lenta de cáscaras, pueden dar lugar a concentraciones de monóxido de carbono letales, como lamentablemente ha sucedido en algunos albergues rurales en el pasado reciente. Sin olvidar que el desplazamiento en automóvil de fin de semana puede exponernos a una mucho mayor tasa de inhalación de humos de hidrocarburos, con los embotellamientos y todo, que si nos quedamos viendo la tele en el comedor.

La contaminación está ahí. Hay que evitarla e intentar luchar contra ella. Pero conviene recordar que en muchos extremos es la propia conducta social la que nos expone a los riesgos que comporta. Esa es la parte que podemos intentar, primero conocer ,y luego modificar.

X. Allué (Editor)

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4 septiembre 2016 at 18:14

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La inteligencia social

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%22Sardana%22La inteligencia, eso que los más inteligentes se ven en dificultades de definir, no es única, es diversa. Diferentes estudiosos le han ido asignado componentes y descripciones. Los clásicos se ocuparon más de definir el conocimiento y, hasta un punto, lo que era la sabiduría, o el raciocinio y el entendimiento, asignándole un mecanismo de almacenamiento denominado memoria. Su medio es el pensamiento, pero si no tiene expresión, vale de poco. Por eso el lenguaje es esencial para la manifestación de la inteligencia, sea verbal, gestual, artístico o comportamental.

Precisamente los que trabajan en eso que se ha dado en llamar inteligencia artificial, una cierta especie de oxímoron, y que suelen ser gente muy inteligente, explican que queda aún muchísimo por conocer de la inteligencia humana.

Ha sido en los últimos años (decenio más o menos) que se ha popularizado la idea de los diversos componentes de la inteligencia. Gradualmente psicólogos y pedagogos han visto la inoperancia de conceptos de alguna forma reduccionistas, que pretendían acotar la inteligencia a un número y utilizarlo para clasificar a la gente. En nuestro ámbito, a los niños.

Es cierto que el cociente intelectual(1), al tomar en consideración un denominador común como la edad cronológica, que es una factor que varía con el tiempo en la infancia, resulta sugerente. Lamentablemente en nombre del CI se han perpetrado innumerables desvaríos y catástrofes personales al intentar clasificar a la gente.

La diversidad de la inteligencia incluye las capacidades cognitivas para el lenguaje, el raciocinio, la orientación temporo-espacial, la memoria, la escritura, la abstracción y varias más, completadas con eso que se define mal como realización y que los anglosajones llaman performance.

Pero además y por fuera de todo ello, se empiezan a conocer aspectos de la inteligencia de la vida de relación. Popular ha sido la aportación sobre la inteligencia emocional (2) que hace veinte años abrió una ventana con una idea algo más antigua ( W.Payne, 1985, Beldoch 1964, Leuner 1966).

Más antigua aún, aunque menos popularizada es la idea de la inteligencia social (Thorndike, 1920). No es exclusivamente humana. Multitud de animales, incluso de los menos desarrollados neurologicamente, mantienen relaciones sociales. Basta ver la sincronía de movimientos de un bando de sardinas o el vuelo de los gansos.

En los colectivos es donde es más fácil de apreciar la comunicación, la inteligencia social: desde el mencionado bando de sardinas movido por estímulos elementales de supervivencia, hasta la Asamblea General de la Naciones Unidas, que más le valiera considerar la supervivencia de la especie. Tampoco querria valorar cual es el nivel de inteligencia de unas y otros.

Reducido al plano personal, la inteligencia social es la que permite relacionarse con los demás y la forman una amplia variedad de contenidos y expresiones. Y no, no es reducible a un cociente, aunque se hayan hecho esfuerzos para ello.

Al inteligencia incluye una pléyade de componentes. Algunos son:

  • Habilidades del lenguaje y la conversación
  • Capacidad de escuchar a otros, tanto su lenguaje oral como el no verbal, gestual, etc.
  • Conocimiento de los diferentes roles, de las reglas de relación y su trazado y ejecución
  • Capacidad para entender las emociones de otros, cualquiera que sea la forma como se expresen
  • Capacidad para adaptarse a los diferentes papeles o roles en la vida diaria
  • Conciencia de la propia esencia y de la impresión que se causa en los demás
  • Capacidad para interrrelacionarse y formar redes (…y no sólo «redes sociales cibernéticas»)
  • Habilidad para comprender jerarquías y saber encontrar el propio lugar entre ellas
  • Capacidad para la detección y comprensión de los conflictos y habilidad para negociarlos
  • Capacidad de anticipación ante las actitudes y comportamientos de los otros
  • Ductilidad para adquirir y asumir nuevos conocimientos y experiencias

y, sobre todo, la habilidad para compartir emociones, sentimientos y creencias.

A diferencia de la inteligencia simple ( iba a escribir «bruta», pero me parece incorrecto. «Bruto», originariamente es sucio, sin desbastar) que viene dada, la inteligencia social se aprende. Es dependiente de la educación, la experiencia y la evolución de la vida. Y hasta es probable que se imprima en la dotación epigenética, faceta aún por explorar (¿En qué porción de las bases AGTC del DNA reside la metilación determinante de las buenas maneras?, por ejemplo). También se aprenden los idiomas (y los lenguajes, que no son lo mismo) y las culturas, esenciales para la vida de relación.

A este comienzo de curso animamos a los lectores, especialmente los implicados en la evaluación y la educación de los niños, a esmerarse en sus consideraciones de la inteligencia social. Y de paso, echar un vistazo alrededor y ver como está nuestro entorno de inteligencia social…

X. Allué (Editor)

 

(1) Por si acaso a alguien se le ha olvidado: CI = edad mental/edad cronológica x 100
(2) Inteligencia emocional, Daniel Goleman 1995

 

 

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2 septiembre 2016 at 11:01

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