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Archive for octubre 2019

Epilepsia, enfermedad (escasamente) divina

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La palabra epilepsia proviene del griego antiguo ἐπιλαμβάνειν, «apoderarse, poseer o afligir», indicando como que algo o alguien ha poseído a quien la padece.

Las observaciones sobre la epilepsia se remontan a los textos médicos de los asirios y babilonios, casi 2000 años antes de Cristo. Considerada inicialmente como una enfermedad divina o posesión demoníaca, hacía de quienes la padecían unos seres especiales, cuando no rechazables y, hasta hace poco tiempo, víctimas de eliminación. Una serie de televisión reciente relata la persecución de epilépticos por parte de los nazis en la Alemania del III Reich, y su eliminación genocida.

La epilepsia fue ya desmitificada por los hipocráticos en el tratado «Sobre la enfermedad sagrada». Uno de los primeros en las traducciones más completas, el Tratado sobre la epilepsia comienza:

«Con respecto a la enfermedad llamada Sagrada sucede lo siguiente: en nada me parece ahora más divina ni más sagrada que otras enfermedades, pues tiene una causa natural originada como otras afecciones. Los hombres consideran que su naturaleza y causa son divinas por la ignorancia y el asombro, porque no se parece en nada a otras enfermedades. Y esta noción de su divinidad se mantiene por su incapacidad para comprenderla, y por la simplicidad del modo en que se cura, ya que los hombres se liberan de ella mediante purificaciones y encantamientos. Pero si se considera divina porque es asombrosa, en lugar de una hay muchas enfermedades que serían sagradas; porque, como mostraré, hay otras no menos asombrosas y prodigiosas, que nadie considera que sean sagradas.»

El estilo y el empleo de la primera persona han hecho atribuir el texto al mismísimo Hipócrates, quizá en sus edades más jóvenes.

El hecho de que las crisis convulsivas, especialmente en la infancia, acompañen a diferentes trastornos neurológicos graves, de buen seguro que contribuye a las dificultades de su comprensión y repercusión en la vida de relación de quienes la padecen.

Los romanos la describieron llamándola morbus comitialis, refiriéndose a una crisis que obligaba a detener una asamblea o reunión cuando sucedía.

A pesar de la exposición del tratado hipocrático, ese aura de enfermedad mágica ha persistido en la memoria de las gentes probablemente hasta que los neurólogos franceses de la segunda mitad del siglo XIX definieron la diferentes formas clínicas, su significado y, algo más tarde se dispuso de fármacos eficaces para su tratamiento.

La complejidad de las causas y las diferentes formas de presentación ha promovido una variedad de clasificaciones, de las que la más reciente nos la recuerda en un excelente resumen Maria José Mas en su blog (Nueva clasificación de las crisis epilépticas).

Sagrada, comicial o no, lo que es cierto es que las crisis convulsivas tienen una notable consideración social tanto por su espectacularidad, como por su carácter de padecimiento crónico y las limitaciones que genera en muchas actividades. En los niños en período escolar que requiere la alerta y comprensión de los educadores. En otras edades las limitaciones a la conducción de vehículos a motor o el manejo de maquinaria.

El diagnóstico de epilepsia debe obligar a los profesionales asistenciales que se ocupen del paciente a tener en cuenta las repercusiones sociales que le acompañan y actuar para minimizar los riesgos de descriminación social a quienes la padecen.

 

X. Allué (Editor)

(Ver también «Niños con convulsiones», publicado en este blog en mayo de 2012)

 

.(Julio Cesar, San Pablo, Dostoyevsky, VanGogh y Lenin padecieron ataques convulsivos)

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28 octubre 2019 at 6:20

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Republicar: Enfermedades infecciosas, enfermedades sociales

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Hace más de seis años dedicamos un post a las enfermedades infecciosas con el título de «Los cuatro jinetes del Apocalipsis de las enfermedades infecciosas«. La argumentación se centra en que las enfermedades infecciosas, especialmente las contagiosas, las que se transmiten de persona a persona, son por definición enfermedades sociales. Las personas o poblaciones aisladas, que no socializan con otras, no están expuestas a los contagios. Cuando los contagios son múltiples se convierten en plagas, en pestes. Los cambios en la composición del microbioma, esa dotación de microorganismos con los que convivimos y que viene a ser como otro órgano de nuestra anatomía, alteran equilibrios que, de no restablecerse, nos causan problemas o incluso nos pueden matar.

Algunas enfermedades infecciosas concretas, por el tiempo que hace que nos acompañan y la enorme difusión en todo el planeta, son un factor de influencia social en nuestras vidas individuales y colectivas. Tal es el caso de la malaria, la sífilis, la peste y la tuberculosis, que más o menos literariamente, hemos identificado con los cuatro jinetes del Apocalipsis bíblico. Por ser cuatro y el primero citado la peste o las pestes, y los médicos ya tenemos bastante con enfrentarnos con él. Lamentablemente, los otros tres jinetes bíblicos: la guerra, el hambre y la muerte, siguen campando sin que, entre todos, seamos capaces de ponerles freno.

El texto dice así:

«Las enfermedades ocasionadas por microorganismos forman parte del reto adaptativo de vivir en este planeta compartiendo espacio con otras especies. Con muchos microorganismos hemos llegado a alguna forma de acomodación. Otros, en cambio, seguiran siendo un peligro, un conflicto de vida o muerte.

En períodos prehistóricos es posible que este tipo de conflictos hayan sido determinantes de la adaptación de especies de homínidos o incluso de la desaparición de algunas lineas evolutivas de las especies antecesoras al homo sapiens sapiens. Por ahí anda la teoría de la extinción de los Neanderthal por efecto de un prion adquirido por prácticas canibalísticas. Si se comían los cerebros de sus enemigos pudieron adquirir una enfermedad como el kuru, que se los llevó por delante.

En épocas más recientes es legítimo considerar qué influencia tuvieron enfermedades infecciosas en la constitución de nuestra sociedad. Cuales han podido ser los efectos sociales de enfermedades que han tenido carácter epidémico.

Se me ocurren cuatro infecciones que bien podrían compararse con los ominosos jinetes relatados en el libro de la Revelación, el Apocalipsis de San Juan, capitulo 6, vesículos 1-8.

Malaria: La infección por el plasmodio (P. malariae, falciparum, vivax) todavía mata 1 millon de personas, principalmente niños en paises africanos. Los efectos sociales actuales son devastadores en costo de vidas y sociales. En el pasado ha determinado flujos de poblaciones y hasta modificaciones genéticas en poblaciones expuestas como atestiguan las hemoglobinopatías ligadas a la G6PD, la thalasemia o la sicklemia. Y causó la muerte de personas notables como Alejandro Magno, el emperador romano Vespasiano, Gengis Khan, Dante, Carlos V, Oliver Cromwell o Lord Byron. La sufrieron George Washington, Lincoln, Jesse James y Ho Chi Minh, entre otros.

Sifilis: Una polimorfa enfermedad infecciosa de trasmisión sexual causada por un espiroqueta (Treponema pallidum) fue una importación más del Nuevo Mundo como la patata, los pimientos o las alubias que llego a Europa con el retorno de los primeros conquistadores que la extendieron por todo el continente en las guerras del siglo XVI. Ahora, desde el descubrimiento de la penicilina mata menos gente, pero aún se producen 10 a 12 millones de casos en todo el mundo. Quizá no produce grandes efectos sociales si descartamos los que generaron algunas de sus víctimas que llegaron a padecer la forma terciaria con su componente neurológico asociado a delirios maníacos. La telúricas personalidades de Henry VIII, Ivan el Terrible, Napoleon, Beethoven, Hitler, Mussolini o Al Capone que la padecieron, bien pudieron ser consecuencia de la infección del SNC.

Peste: Su extensión en poblaciones la ha convertido en sinónimo de plaga. La infección causada por la Yersisnia pestis alcanzó proporciones catastróficas que despoblaron el mundo conocido en varias ocasiones a lo largo de la historia. El control de uno de los vectores de su ciclo reproductivo, la rata negra, nos ha llevado a casi olvidarla. Pero el mundo no fue igual después de cada uno de los episodios epidémicos, quizá el más recordado fuese la “peste negra” de la mitad del siglo XIV. De peste murieron Pericles, Tiziano, San Luis Gonzaga, tres hermanas de William Shakespeare y más reciente y dramáticamente el Dr. Malcom Casadaban, investigador renombrado en 2009. Lo único bueno pudo ser que huir de la peste llevo a Bocaccio a escribir los cuentos del Decamerón.

Tuberculosis: Justo estos días se acaba de describir en Sudafrica una nueva cepa multirresistente de la Mycobacteria tuberculosis, un peculiar organismo descrito originalmente por Koch, que acompaña a la humanidad desde hace varios milenios. La llamada peste blanca ha matado o enfermado gentedesde Tutankhamen hasta Miguel Hernández, pasando por Sir Walter Scott o la Dama de las Camelias. Potenciada por el virus de la Inmunodeficiencia Humana la tuberculosis ha reaparecido en muchos paises mientras que en otros tiene una extensión rampante. Su asociación con el romanticismo y la literatura (P. ej. La montaña mágica de Thomas Mann) no puede ocultar la tragedia que acompaña los casos infectados tanto desde el punto de vista clínico infeccioso como social.

Estamos aún lejos de haber domado a estos jinetes desbocados.»

X. Allué (Editor)

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21 octubre 2019 at 8:06

Huelga general – 18 octubre

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Hoy viernes 18 de octubre, desde las 00.00 horas, hay huelga general en Cataluña, en protesta por la sentencia contra los líderes políticos y sociales catalanes. Este blog se adhiere.

Today, Friday, October 18, from 00.00, there is a general strike in Catalonia, protesting the ruling against Catalan political and social leaders. This blog supports the strike.

Avui divendres 18 d’octubre, des de les 00.00 hores, hi ha vaga general a Catalunya, en protesta per la sentència contra els líders polítics i socials catalans. Aquest bloc se n’adhereix.

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18 octubre 2019 at 8:19

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Childcare – Guarderías

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El conocido semanario TIME ofrece ayer un extenso reportaje sobre los cuidados de los niños pequeños en centros de atención comunmente conocidos aquí como «guarderías», «llars d’infants» o con un antiguo genérico alemán de «kindergarten«, jardín de infancia. El énfasis es en si las familias se lo pueden permitir. Viene a aceptar que las guarderías son el recurso para las madres que trabajan fuera de casa. Y, especialmente en las madres solas sin otros recursos familiares.

Los ejemplos que citan es posible que escandalicen a quienes no estén familiarizados con la situación social en los Estados Unidos. Las menciones a los salarios no pueden compararse con casi ningún otro sitio. Me comenta un residente en el hospital: «Con esos salarios, aquí se podrían permitir un pediatra fulltime que les cuidase el niño…» tal es la distancia salarial.

Salvada esa distancia, la atención a los lactantes y niños pequeños fuera de su casa, en jardines de infancia se ha ido generalizando en los países occidentales como consecuencia de la incorporación de las mujeres al mundo laboral. El uso del recurso es muy distinto en unos y otros países y, junto a ello, las posturas a favor y en contra de lo que representa una escolarización precoz.

Los pediatras que opinan sobre el tema se adaptan a las distintas situaciones sociales de cada comunidad. Las argumentaciones van desde la incidencia de enfermedades contagiosas, especialmente virasis que se hacen más comunes en los niños en guarderías, hasta la evolución del desarrollo psicoemocional y la importancia del «bonding», el apego entre madre y niño, con la lactancia materna por en medio.

La poco uniforme cobertura de de la baja laboral maternal es también un factor en la elección de una fórmula u otra en la crianza de los lactantes y niños pequeños.

Desde este blog, mientras que preferimos que los cuidados del niño pequeños lo lleven a cabo las madres, debidamente protegidas por bajas maternales largas y con reserva de puestos de trabajo, no vemos tantos inconvenientes en el uso del jardín de infancia precoz. Lo ideal es que las madres puedan elegir y que no sean los motivos económicos, sea el costo como en las madres norteamericanas que se menciona más arriba, como el compromiso laboral y la carrera profesional que pueda verse desfavorablemente interrumpido en otras situaciones.

Y quedamos abiertos a comentarios.

X. Allué (Editor)

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15 octubre 2019 at 6:23

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Los niños y la autoridad

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Los niños aprenden a entender qué representa la autoridad de forma natural…o quizá no. La autoridad existe en las comunidades humanas desde la Prehistoria, probablemente como un trasunto de la jerarquía. Y de ésta, la más evidente es la que confiere la edad. Pero como tantas otras características de la convivencia son parte de la cultura. Y la cultura se aprende; sobre todo si se enseña.

El respeto a la autoridad parental se va a adquirir a partir del primer año de vida, tan pronto como el niño entiende la negación. Se aprende antes a decir NO que a decir SÍ, entre otras cosas porque es más fácil. Decir que no a algo puede y a menudo lo hace, concluir el encuentro. Después del no ya no hace falta que pase nada más y no compromete a nada más. Decir que sí compromete a lo que quiera que se haya demandado; exige algo más. Los ejemplos ponedlos vosotros mismos.

La autoridad paterna viene avalada por lo que aporta: padre o madre aportan alimento, confort y protección. Por elemental que sea, adaptarse a la autoridad del proveedor llega más allá del interés propio. Pero, además, la autoridad parental viene, o por lo menos debe venir, acompañada de cariño. El natural amor maternal debe fluir de forma unidireccional. Y cuanto más mejor. Y es a a partir de ahí que puede implantarse la autoridad. Entre el primer y el segundo año de vida, cuando apenas el niño adquiere conciencia del ser propio, es cuando se deben implementar las limitaciones a la espontánea actividad del niño e imponer las más elementales de las normas: esto no se hace, esto no se toca…etc. que naturalmente pueden ser límites más o menos coercitivos que sólo triunfaran si se acompañan de una amable justificación. Amable y amorosa.

Entre eso y educar a los niños poco después al respeto a los que son mayores o ajenos al núcleo familiar, queda muy poco espacio que debe cubrirse activamente. Probablemente lo simple son las normas de urbanidad: saludar, besar, decir su nombre, decir «Buenos días» y «gracias», por más que sean convenciones, sientan las bases del respeto hacia los otros.

La educación formal, la escolarización, será el principal contribuyente al conocimiento y respeto a la autoridad. Todos los estudios criminológicos coinciden en que el rasgo más común de los delincuentes es una escolarización deficiente. Más que la desestructuración familiar o la marginación.

El respeto a la autoridad escolar debe ser reforzado en casa por las familias. Cierto es que no todas las escuelas ni todos los maestros serán perfectos. (Ni los confesionales donde han abundado los abusos sexuales y demás). Pero se debe mantener la confianza en que los profesionales y las normas de las escuelas existen para el beneficio de los niños.

Otra cosa es la relación con la autoridad constituida y sus agentes.

«Un día en las carreras/rompimos un cristal
Al ruido que produjo/ llegó un municipal
¿Como te llamas niño?/ me llamo Nicolás
Ahora mismo a la cárcel/ por haber roto un cristal
Perdone señor guardia, que ya no lo haré más»

 

Esta cancioncilla para saltar a la comba forma parte de mi memoria infantil. Quizá algunos la recuerden. La travesura que lleva a la presencia de un guardia municipal evoca un funcionario público, generalmente ya algo mayor, bonachón y comprensivo…

Lamentablemente la infancia que transcurrió en los años negros de la dictadura de la segunda mitad del siglo pasado dejó un rastro de fuerzas del orden de carácter esencialmente represivo. La enorme distancia entre un «bobby» inglés, con casco y pito, nunca armado y servicial, y los policías y guardiaciviles, no se ha salvado en el ya largo período de democracia parcial. A la mayoría de la población española las fuerzas del orden le despiertan más temor que respeto. Lamentablemente. Los esfuerzos de los nuevos cuerpos como la Erzaina y los Mossos d’Esquadra en ofrecer otra imagen y actitud siguen costando bastante de constatar.

Aún dejando aparte la terrible experiencia del asalto a las escuelas catalanas el 1º de octubre de 2017, enseñar a los niños que los guardias están de su parte y no en su contra aún resulta dificultoso en esta parte del mundo. El equipamiento, la actitud, hasta la postura de los profesionales de los cuerpos policiales retienen un aspecto más agresivo que cooperador. Obviamente que las policías existen para protegernos de los malos, pero por fortuna los malos no son tantos y, al parecer están en otro sitio y no en mi calle o en mi parque. La ominosa amenaza del terrorismo internacional hace tiempo que hemos entendido que no se conjura con presencia policial.

Todo ello hace más difícil que en la educación de los niños se incluya con fluidez el respeto a la autoridad constituida, aunque no debe por ello dejar de intentarse. Con paciencia y ayudando en las oportunidades que existan. También creemos que una buena parte del esfuerzo lo deben hacer los propios profesionales del orden y sus mandos, confortablemente instalados en un espíritu represivo que hace algunos decenios debían haber dejado atrás.

De las otras autoridades constituidas, como las gubernamentales y las judiciales, actualmente sumidas en polémicas estructurales e inconsistencias vergonzantes, mejor lo dejamos para otro día.

El respeto a la autoridad ciertamente se educa. Pero las autoridades, parentales, policiales o gubernamentales deben ganárselo cada día. Pregunten a los niños…

 

X. Allué (Editor)

 

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10 octubre 2019 at 18:39

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El sueño es una actividad social

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Que dediquemos un tercio de nuestras vidas a dormir parece ser parte del diseño biológico. Los niños duermen más y los viejos menos. Quizá es que os morimos de sueño.

Mientras dormimos aparentemente lo hacemos solos. Es una actividad personal. Pero los ritmos circadianos nos llevan a adoptar unos patrones de sueño y vigilia más o menos coincidentes con el ciclo diario de día y noche, por más que al norte y al sur de las líneas de los trópicos la duración del día y la noche varíen notablemente según la estación. En verano los días se alargan mientras que se acortan en los inviernos. En la franja ecuatorial son más parejos. Pero aunque vivamos solos, el sueño no presupone un completo aislamiento del entorno. Incluso puede tener componentes distintos. Creo que fue el Premio Nobel Camilo José Cela, a quien llamaron la atención porque aparentemente dormitaba en una sesión del senado diciéndole. «Señor Cela está usted dormido!». A lo que respondió: «No. Estoy durmiendo, que no es lo mismo», y añadió. «Como no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo»…. que hasta el sueño puede tener un componente volitivo.

En el mundo actual, los adolescentes llevan lo del sueño algo alborotado. Una reciente investigación del Instituto de Salud Global de Barcelona, según informa su joven autora principal Alba Cabré, indica que «En nuestro estudio, descubrimos que hacer más llamadas telefónicas, usar más una tableta y la dependencia del teléfono móvil disminuye la calidad del sueño y aumenta el tiempo de vigilia después del inicio del sueño, lo que indica un sueño más pobre y más fragmentado en los adolescentes que usan más teléfonos y tabletas». Quizá se relacione con la exposición a radio frecuencia – campos electromagnéticos (RF-EMF exposure), indica el trabajo.

No estoy seguro que puedan efectivamente medirse los efectos de la radiación electromagnética sobre los cerebros. Pero tampoco estoy muy seguro que eso importe. Me basta con constatar que la exposición a pantallas luminescentes y, sobre todo, a sus contenidos, es más que suficiente como para estimular los cerebros adolescentes y modificar sus patrones de sueño y vigilia. Y que probablemente no es tanto el qué ( los chismes electrónicos y sus pantallas) sino el cuanto (el tiempo que se les dedica). Y especialmente cuando eso ocurre más allá de eso que social y familiarmente se conoce como la hora de dormir…

Todos hemos leído de pequeños novelas de aventuras con una linterna debajo de las sábanas, cuando las pantallas aún no se habían ni inventado. Y en las primeras páginas de «El Quijote» se dice aquello de que «…y así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro,…» Algo de cierto debe haber y la recomendación general es la moderación, como en todo. Padres y educadores tiene la responsabilidad de dosificar los tiempos y los espacios del sueño y la vigilia. Y los comprometidos en la salud infantil, debemos mantener la vigilancia e incluir en las entrevistas las oportunas preguntas sobre los horarios y costumbres de dormir, si queremos interpretar adecuadamente las situaciones que se nos puedan plantear sobre comportamientos o resultados académicos de los niños y los adolescentes.

 

X. Allué (Editor)

 

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7 octubre 2019 at 16:30

Fallos en la red

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La Internet esta mañana (hacia las 08.15 a.m.) se ha ido al garete por un fallo en los DNS. En todo el mundo pero en España especialmente de la de Movistar.

Lo sentimos. El lunes más.

 

X.Allue (Editor)

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4 octubre 2019 at 17:30

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