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Les enfants de la Creuse – Una historia vergonzante del estado francés

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Les enfants de la Creuse figuran en la Wikipedia en inglés como una breve nota. En francés la referencia es más amplia y contempla el affaire en su extensión , desde la primera intervención hasta las más recientes referencias.

A pesar de la proximidad geográfica y mi ocupación en temas que afectan a los derechos de los niños hasta esta tarde no tenía ni noticia de los acontecimientos que determinaron el abuso y maltrato de dos millares de niños por parte del moderno estado francés. Pero no en el siglo XIX u otra época remota, sino ya avanzada la segunda mitad del siglo XX y con consecuencias que llegan hasta la actualidad.

Estaba disfrutando de una larga y aburrida tarde dominical delante de la televisión, cuando tras un desordenado «zapping» nos detuvimos en un telefilm francés «Una mentira olvidada» de formato policiaco, en el que una brava inspectora intenta desentrañar la muerte y sospechado asesinato de una joven de origen africano en una pequeña población de la región de la Nouvelle-Aquitaine, en el centro de Francia. Llama la atención que tanto la inspectora como la víctima resultan ser descendientes de un contingente de niños originarios de la isla de Reunión, en el sur del Océano Índico, traídos a Francia en los años 60 del siglo XX. Ignorante del hecho y estimulada mi curiosidad, os ofrezco el resultado de una breve excursión por la Internet.

En una insólita y desafortunada decisión, el gobierno francés preocupado por la despoblación de ciertas áreas rurales de Francia por el éxodo hacia las grandes ciudades, decidió que una solución podría ser llevar allí personas jóvenes, básicamente niños, que se enraizaran allí. La idea era que se tratase de niños huérfanos o abandonados y dejarlos en custodia de familias sin descendencia. A ello añadieron la perversidad de que fuesen niños sin lazos sociales que, al crecer no se marchasen de donde les habían llevado. Y como perversidad añadida, de características raciales que no les hiciesen fácil desplazarse. En resumen: niños negros. El promotor fue el por entonces diputado y representante en la Asamblea Nacional por la isla de Reunión, Michel Debré, hasta hacía poco, Primer Ministro de la V República.

De 1963 a 1982, 2.150 niños de la isla de Runión, «abandonados o no» y registrados por la fuerza por las autoridades francesas en la Dirección Departamental de Salud y Asuntos Sociales, fueron desplazados por las autoridades para repoblar a los departamentos metropolitanos víctimas del éxodo de las zonas rurales como la Creuse, Tarn, Gers, Lozère, y los Pirineos-Orientales. Los niños desplazados fueron declarados «custodiados estatales», es decir que sus padres ya no tenían ningún derecho sobre ellos. Una minoría de estos niños eran huérfanos. Cientos de padres analfabetos firmaron informes de abandono que no podían descifrar, y que nunca volvieron a ver a sus hijos.

El destino de los niños fue variado. Algunos fueron adoptados, otros se quedaron en las casas que les acogieron o sirvieron como mano de obra gratuita en las granjas, quienes los campesinos de todo el Creuse luego los usaron como «buenos para todo» o » trabajadores sin salarios «. El historiador Ivan Jablonka habla de casos de «esclavitud» o situaciones de maltrato en las familias adoptivas. La mayoría de estos niños «quedaron marcados de por vida».

Todo un desastre.

Mi particular ajuste de cuentas con el pasado me lleva a comentar la figura de Michel Debré o, mejor, en relación con su padre, Robert Debré. Robert Debré (1882-1978) ha sido considerado como el padre de la pediatría francesa moderna. Cuando me aproximé al mundo de la Pediatría académica, a mediados de los años sesenta del siglo XX, los pomposos jerifaltes de la Pediatría española, hablaban y no paraban del profesor Debré. Hay que recordar que el mundo académico español durante los negros años del franquismo era notablemente francófilo. A pesar del odio sarraceno contra Francia y los franceses, antiguo, enraizado en mil conflictos desde Roncesvalles hasta las guerras napoleónicas, el mundo ilustrado español mantenía un cierto papanatismo respetuoso hacia lo francés. La lengua francesa era la mayoritaria como lengua extranjera en institutos y universidades. La proximidad como lengua romance probablemente facilitaba la comprensión lectora, aunque luego fueran muy pocos los que»fablaran gabacho«.(Ver el post: Lenguas y lenguajes). Algunos de los eminentes pediatras españoles de la época estudiaron con el Profesor Debré, mientras otros se limitaron a citarlo como si fuera el oráculo de Delfos. Por muy respetable que fuera, y a la vista de los que se declaraban sus discípulos o seguidores, a mi la Pediatría de síndromes y sindromitos y la persistente manía de los empingorotados catedráticos de llenar las actas de los congresos con comunicacions sobre niños con malformaciones raras o monstruitos diversos, dejó de interesarme en seguida. Me parecía que el único propósito de los catedráticos de Pediatría españoles era descubrir un nuevo caso nunca antes descrito, al que poder asignar su nombre y con ello pasar a la historia de la Pediatría académica. Era como si la sabiduría pediátrica consistiese en recordar la onomástica nosológica, si era posible con tres o cuatro nombres (Marchand-Waterhouse-Frederiksen, Legg-Calvé-Perthes, etc.) en vez de llamar las cosas por su nomenclatura biológica (Sepsis meningocócica, displasia de cadera, p. ej.), manteniendo un arcano reservado a los doctos. Mamonadas de ignorantes.

Mi respeto por el profesor Debré, o mi distante respeto, si acaso, se ve ahora confirmado cuando no supo enseñarle a su hijo, tan listo, tan Primer Ministro y tan poderoso él, que hay cosas que no deben hacerse con los niños. Y una de ellas es separarlos de sus padres y deportarlos a nueve mil kilómetros de distancia por un delirio demográfico.

Michel Debré, meapilas irredento a pesar de descender de unos respetables rabinos judíos de la Alsacia, merece pasar a la historia de los execrables violadores de los derechos de los niños.

X. Allué (Editor)

Written by pedsocial

3 febrero 2020 a 22:30

5 respuestas

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  1. Me he quedado patitiesa. Joder con los franceses y la liberté y la égalité… Pobres criaturas.

    marisolea

    4 febrero 2020 at 19:59

  2. No son los únicos, tengo unos amigos destinados en Australia y cuentan que allí siguen estigmatizados «los locales», y allá en su momento decidieron otorgar tierras a cambio de mestizarse con los aborígenes y calcularon que en 3 generaciones «borrarían los rasgos étnicos tan marcados», con la misma robaron esos niños mestizos a sus famlias entre 1910 y 1970.
    De la Isla Reunión no conocía la historia, pero no me sorprende, por desgracia, aquí en España ocurrió lo mismo con hijos de republicanos, de la mano del Doctor Antonio Vallejo-Najera, también psiquiatra y militar que consideró que «se podían curar del gen revolucionario si se criaban en un hogar cristiano», sic.

    Verónica

    7 julio 2020 at 11:29

  3. Hola, Vero. Los genocidas hijosdeputa meapilas abunan en muchas sociedades. Todavía no hemos superado los racistas de la evolución del siglo XIX, de la sociedad victoriana. Los nazis lo llevaron ala trágica práctica, pero Langdon Down, el tan educado, andaba describiendo idiocias mongoloides, negroides o indias, adscribiendo razas a discapacidades y Spencer se lució interpretando a Darwin confundiendo etnias con especies en el género humano.
    Vallejo-Nájera era el exponente genuino del totalitarismo franquista, que era la traducción cutre del fascismo italiano al español de sacristías y cuadras cuartelarias, de negras uñas y aún más negras ideas.

    (Como he jubilado este blog, me permito escribir lo que me sale de la punta del boli, dejando la responsabilidad de la interpretación al lector)
    Por aquí sigo.

    pedsocial

    8 julio 2020 at 11:27

    • Muchas gracias por contestar! que no nos quiten la libertad de la punta del boli y del pataleo;)
      Es ahora aquí en mi tierra, andan a vueltas de quién era el Pazo de Meirás y quién lo mantenía, «la collares» Doña Carmen, llamada así aquí porque cada vez que iba a una joyería arrasaba, lo que le gustaba se lo quedaba, entre ello, 2 figuras de la Catedral de Santiago y asín con todo.

      Verónica

      8 julio 2020 at 12:44

  4. ;-))

    pedsocial

    8 julio 2020 at 15:35


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