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La vernix caseosa y las doulas

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venixLa vernix caseosa es esa capa blanquecina, más o menos abundante, que cubre la piel de los recién nacidos de una sustancia cremosa, viscosa y resbaladiza. Vernix viene a querer decir barniz y caseoso/a por su aspecto de queso o requesón. Se forma con la secreción de las glándulas sebáceas de la piel del feto y células descamadas y muertas de la piel.

Mis amigos y colegas Justino Rodríguez Alarcón y Pablo Sanjurjo describieron la composición lipídica de la vernix caseosa en los años 80, más por curiosidad que otra cosa.

Cuando empecé mis estudios de Antropología, ya hace un par de décadas, un prestigioso africanista nos explicaba que en algunas etnias del África occidental, en el Senegal, las madres después de parir, no querían ver el bebé hasta que se lo traían quienes le ayudaban, limpio y envuelto en pañales, para enseñarlo al padre. Las creencias identificaban la vernix caseosa con el semen y eran evidencia de prácticas sexuales durante el embarazo, algo considerado como inadecuado. Por ello y en general, las parejas se abstenían de relaciones sexuales, sobre todo en los estadios más avanzados del embarazo. Si tal era cierto, la presencia de vernix caseosa en el feto podía despertar sospechas de infidelidades absolutamente intolerables para el padre abstinente.

La tarea de limpiar el recién nacido adquiría así una capital importancia para la estabilidad familiar y el reconocimiento social, obligando a quienes ayudaban a la madre a mantener un cuidadosa discreción (¡).

Quienes ayudan a las madres en el embarazo, parto y puerperio inmediato se denominan doulas. En estos días se ha visto una controversia sobre la función de las doulas en nuestra sociedad, ante las acusaciones de intrusismo profesional por parte de los colegios de matronas.

Las explicaciones de unos y otros se han visto salpicadas de reproches varios, desde la “deshumanización” de la asistencia al parto en el medio hospitalario moderno hasta las denuncias de salvajismo antropofágico por la propuesta de que las parteras ingieran porciones de la placenta.

Los médicos, y particularmente los varones, sabemos que nos metemos en un resbaladizo terreno, tan resbaladizo como la vernix caseosa, cuando mediamos en asuntos en los que el protagonismo femenino es capital. A poco que expresemos algún criterio faltará escasa distancia para que se nos califique de obtusos, pocos sensibles o, simplemente, machistas. Los pediatras, con nuestro interés superior puesto en el niño, producto del acontecimiento que es el parto, procuramos generalmente soslayar discrepancias y controversias sobre las prácticas obstétricas, siempre y cuando se procure indiscutiblemente el bienestar del feto y la integridad del recién nacido. Móntenselo como quieran, pero que el niño no sufra por ello.

El acompañamiento del parto nos parece benéfico y conveniente, pero sin olvidar que esto de parir hace unos pocos miles de años que funciona y a veces da la impresión que algunas mujeres que tienen que parir se consideran como si fuesen las primeras y las únicas que pasan por ese trance. Trance que se rodea de numerosos trazos culturales, modas y peculiaridades que varían en diferentes contextos sociales. Así, desde parir de pie debajo de una higuera hasta hacerlo en una clínica con un 100% de cesáreas, hay un largo recorrido de vicisitudes que todas serían válidas si garantizan la integridad de madre y neonato.

La misma presencia del (supuesto) padre o pareja en el paritorio va a tener partidarios (y partidarias) y detractores con criterios puramente sociales. Personalmente me da igual, mientras no estorben; que he visto mucho gilipollas con el Iphone más interesado en twitear lo que pasa que en dar apoyo moral a la parturienta.

La función de las doulas ha tenido una reactivación reciente y no debe ser ni bueno ni malo sino todo lo contrario, mientras, como digo de los maridos, no estorben. Que inviten a las parteras a comerse la placenta o no, forma parte de preferencias culturales que no sabría diferenciar de la afición a los caracoles en Lleida, al precio de las angulas en Vizcaya o el aderezo de los zarajos de Cuenca, que en esta parte del mundo comemos de todo.zarajos

Matronas y doblas harían bien en ponerse de acuerdo. Pero no deben olvidar lo fundamental que es y ha sido la incorporación de las Enfermeras pediátricas en la atención a los neonatos, especialmente cuando las cosas no van bien. La supervivencia con integridad de los neonatos va con ello.

Lo demás es menos sustancial. Incluso si llegamos a ver a las nuevas mamás usando la vernix caseosa para untar las tostadas del desayuno…

X. Allué (editor)

Written by pedsocial

23 febrero 2015 at 6:23

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