Posts Tagged ‘pederastia’
Spotlight
Hablar de los Oscars y la mejor película para este año (2015) puede parecer ajeno a la Pediatría social. Pero este año, el premio ha recaído sobre una película que trata el tema de los abusos sexuales a niños por parte de clérigos de la diócesis de Boston, EEUU y su denuncia desde un periódico local.
Spotlight , escrita y dirigida por Tom McCarthy incluye en su trama las vicisitudes sobre este tema, la ocultación por parte de la jerarquía eclesiástica y, también, la inhibición desde el propio medio ante unas denuncias ocho años antes.
Cuando estas materias llegan a Hollywood alcanzan una difusión universal. Y, lamentablemente, vemos como hemos recordado en otras entradas de este blog, que el problema de los abusos sexuales de los niños en escuelas confesionales mantiene su actualidad. Queda mucho por hacer.
X. Allué (Editor)
Qué pueden hacer los profesionales dedicados a los niños frente a la pederastia
De nuevo la pederastia recobra actualidad ante la denuncia de casos detectados en un colegio confesional de Barcelona. A los hechos se añade la comprobada ocultación de los mismos por parte de la organización propietaria del colegio, la inoperancia del ministerio fiscal para proseguir una investigación y la displicencia de la judicatura al archivar los casos.
Un periódico resume como errores la sarta de despropósitos que han acompañado los hechos y que impidieron que fuesen denunciados. Y con ello el «fallo» de los protocolos existentes.
Desde este blog hace tiempo que nos referimos a la responsabilidad que tenemos todos ante los abusos sexuales contra los menores.
https://pedsocial.wordpress.com/2009/10/10/matrimonios-infantiles/
https://pedsocial.wordpress.com/2010/04/10/curas-pederastas-el-vaticano-y-los-ninos/
https://pedsocial.wordpress.com/2014/03/27/pedofilia-institucionalizada/
y de forma concreta a los abusos que han tenido lugar en el ámbito escolar en instituciones confesionales. La singularidad de este tipo de abusos asociada a clérigos católicos, que fue inicialmente detectada en los Estados Unidos, resulta esperable que se pudiese reproducir en otros países como Irlanda o España de larga tradición de colegios católicos.
También resulta comprensible que las asociaciones de padres de alumnos hayan expresado su preocupación porque estos casos graviten sobre los colegios y estigmaticen la enseñanza de esas instituciones. Pero, ¿realmente son casos aislados?
La comprobación de prácticas ocultatorias por parte de los colegios, a las que se suman las inoperancias judiciales hacen temer que se estén omitiendo numerosas instancias que, por la naturaleza de los hechos, han impedido a las víctimas denunciarlas.
Precisamente la naturaleza vergonzante de las agresiones sexuales en el ámbito escolar es la que nos obliga a todos a mantener una vigilancia extrema ante cualquier indicio o sospecha.
Los actos sexuales con menores son abusos. Los abusos sexuales son un delito. Quien los comete es reo de derecho común y como tal debe ser tratado. De hecho es un delito que puede perseguirse de oficio, como el terrorismo y otros delitos contra las personas, sin que tenga que mediar denuncia por parte de las víctimas. Y que como en cualquier caso de víctimas menores se debe hacer todo lo posible para evitar la victimización secundaria que supone tener que repetir declaraciones en ocasiones procesales múltiples.
Uno esperaría que el encubrimiento de los abusos sexuales tuviese el mismo tratamiento que la apología o la colaboración con el terrorismo «político», porque poco hay más terrorífico que verse expuesto a la intromisión en la intimidad por abusos sexuales y las consecuencias sociales y psicológicas que pueden acompañar toda la vida de las víctimas.
Los profesionales que nos dedicamos a los niños, con el compromiso añadido de defender sus derechos, debemos ser activos en estas materias, asistir a las posibles víctimas, indagar los posible indicios, denunciar los conocidos y, en todo caso, exigir por todos los medios que las autoridades administrativas y judiciales la más exquisita diligencia cuando traten estas denuncias. Y, en el caso que las actuaciones caigan cortas de la realidad, perseguir también a los responsables, sean administraciones incompetentes, fiscales ignaros o jueces venales.
Los niños tiene esos derechos a ser protegidos.
X. Allué (Editor)
Abusos infantiles y distancias culturales: Bacha bazi, una forma de pederastia
Mi amigo Francisco Ortiz de Pinedo escribe una carta en el periódico local llamando la atención sobre la práctica conocida como Bacha bazi, traducido como «jugar con niños», extendida en Afganistán.
En otra entrada de blog llamamos la atención sobre los matrimonios infantiles forzados ocurridos entre ciertas minorías étnicas de nuevos inmigrantes de origen en el Oriente medio.
Parece como si prácticas sociales ancestrales tuviesen su origen y ocurrencia entre culturas que actualmente tenemos demonizadas, como la del Afganistán, tierra de burkhas y guerra, el peor agujero del mundo y donde el esfuerzo bélico de las organizaciones internacionales (OTAN y ONU), supuestamente benéficas, sólo ha hecho empeorar las cosas.
Pero los abusos de menores suceden en todas partes, más o menos encubiertos (En el mismo periódico un par de días después se publicaba la absolución de un hombre de 64 años que había tenido «relaciones sexuales consentidas» con una adolescente de 13 años) o atribuidos a celebridades como el difunto Michael Jackson o los clérigos católicos.
La distancia cultural está sólo en el ojo del observador.
X. Allué (Editor)
La homosexualidad no es una enfermedad…
…como no lo es el color negro de la piel de los africanos ni el misticismo de los lamas del Tibet.
Desde este blog nos hemos manifestado en relación al tema de las opciones sexuales con una cierta prudencia y contención. La opciones sexuales en la edad infantojuvenil lo merecen. En general nos hemos pronunciado en el sentido de que las opciones sexuales o más concretamente la homosexualidad, no son un problema sino una conducta. En cambio la homofobia sí es un problema, que hay que evitar que se convierta en una conducta.
Por otro lado rechazamos otras circunstancias como la pederastia. Pero no porque sea una enfermedad sino porque es un crimen, que atenta contra los derechos de individuo, en este caso un menor.
Reconocemos que para muchos estas materias producen desazón y, en muchos padres, preocupaciones extraordinarias. Pero sabemos que tales sentimientos tienen generalmente su origen en desconocimientos y, a menudo, simples prejuicios. Y siempre hemos estado dispuestos a responder consultas y ofrecer guia y consejos para las actuaciones en los casos.
Pero nos preocupa mucho que desde púlpitos y cátedras se mantengan actitudes beligerantes ante la diversidad sexual, se pronuncien alegatos apocalípticos o se propalen falacias, patrañas o moralinas abstrusas. Recientemente hemos vuelto a oir a algun personaje atrabiliario como el ínclito ex-catedrático de Psicopatología de la U. Complutense Aquilino Polaino volver a ofrecer concepciones discriminatorias, medias verdades disfrazadas de doctrina y falsedades notables con el apoyo del partido político que acaba de resultar vencedor de la últimas elecciones.
Defender los derechos del menor incluye denunciar las patrañas por muy confesionales que sean y por mucho apoyo político que pudiesen llegar a tener. Sobre todo las que ilegitimamente pretenden un soporte científico que, desde aquí, les negamos rotundamente.
X. Allué (Editor)
La prevención de los delitos en la Internet que afectan a menores
Esta mañana, en la sesión clínica del servicio de Pediatria de mi hospital, miembros del cuerpo de policía de la Generalitat, los Mossos d’Esquadra, nos han presentado el programa de prevención de delitos a través de la Internet y otros medios de comunicación personal que afectan a los menores.
Entre esos otros medios se incluyen también los teléfonos móviles, las consolas de juego conectables tipo Playstation u otros artilugios electrónicos similares.
Nos han explicado las situaciones que afectan a los niños tanto como víctimas como autores de delitos. LLaman la atención sobre el hecho de que muchos menores no se reconocen ni como víctimas ni como delincuentes. Los problemas incluyen la persecución o acoso de otros menores, el «bullying» electrónico, el chantaje y la coacción, la corrupción, la pederastia, la prostitución infantil y una larga retahila de delitos monetarios, robo electrónico, estafa, suplantación de identidad, etc.
Insisten en que los casos que llegan a los medios de comunicación representan la punta de un iceberg enorme. Muchas circustancias y delitos no son nunca denunciados por temor a las consecuencias sociales o a las amenazas que les acompañan. Otros, como se ha dicho, no son reconocidos como tales conceptos penales.
La policía de Cataluña tiene un número importante de agentes dedicados en exclusiva a la persección de estos delitos y, a la vez, promueven una serie de actuaciones de prevención y desarrollo de medidas de seguridad, difundiendo información y ofreciendo consejos a través de Oficina de Proximidad. Y un contacto con Protégeles, una web sobre la Internet segura.
Nos recuerdan a los pediatras que estamos en una posición decisiva de contacto con niños y familias para que contribuyamos a la prevención y/o denuncia de situaciones que afecten a los niños en el uso de las nuevas tecnologías de la comunicación.
Desde este blog nos ofrecemos para proporcionar información específica y consejos concretos sobre este tipo de problemas.
X. Allué (Editor)
Abusos sexuales a menores: factores culturales de la pederastia
Los abusos sexuales se definen como la participación de un menor en actividades sexuales que no comprenda, para la que no está preparado por su desarrollo físico, mental y social y sin su consentimiento expreso. Generalmente son contactos en los que un menor es utilizado para la estimulación sexual de un adulto u otro individuo joven mayor que él y puede incluir distintas formas de actividad sexual, contactos genitales, anales u orales, el exhibicionismo, la prostitución o la utilización del niño para la producción de material pornográfico.
No pretendo pontificar sobre un tema tan sensible y, a la vez, tan complejo. Ni en una nota breve de blog se puede profundizar en una cuestión con amplitud. Pero creo que merece algunas consideraciones, desde un punto de vista de observador preocupado.
Desde clérigos que abusan de niños, hasta presidentes del gobierno como el italiano enredado en el putiferio adolescente, pasando por los turistas sexuales viajando al sudeste asiático o los abusadores internautas, el espectro es amplio y diverso.
Un elemento común en el abuso es el desequilibrio de poder: el abusador posee una posición dominante, ya sea “autoritas” conferida por la edad o el cargo, o el simple y duro poder del dinero. La víctima está situada en una posición inferior, en rango y en libertades, a veces por ignorancia y muy a menudo traicionada por quienes son responsables de sus cuidados, que los vende al mejor postor.
Algunos aspectos culturales en las sociedades occidentales influyen en la aparentemente enfermiza obsesión con menores como oscuro objeto de deseo. Todavía—o quizá debiera decir cada día más—hay hombres que se recrean en una cierta infantilización de sus parejas sexuales. La propia figura de la ingenua en las comedias o el cine tiene en la ingenuidad una connotación infantil que la hace sexualmente atractiva. Los mohines y mimitos femeninos forman parte del estimulo en el cortejo y muchas mujeres los utilizan en sus relaciones. Los hombre utilizan como expresión de cariño diminutivos o referencias infantiles como “nena”, “muñequita” y demás. En inglés, llamar “baby” a la persona estimada es común, mientras que en español la traducción no resulta aceptable: difícilmente el apelativo “bebé” resulta estimulante.
Los juegos en los que la mujer se disfraza de niña o de escolar para el encuentro sexual forman parte de un fetichismo hacia lo infantil. Lo mismo ocurre con la depilación genital de las mujeres, cada día más común, aceptada e incluso exigida por los hombres. La depilación genital forma parte del estándar en la filmografía porno, originada en las productoras de cinema pornográfico norteamericano.
La glorificación del poder de seducción de las adolescentes, descrito en el personaje de la “Lolita” literaria, ha servido de excusa para justificar una pulsión obsesiva con el atractivo de la trasgresión. Desde ahí puede ser fácil derivar la pulsión sexual de la representación fetichista a la preferencia directa por la realidad, sobre la que se añade el ejercicio y ansia de poder.
Podemos despepitarnos criticando a los perversos, pero las raíces de su perversidad se pueden encontrar en modas y preferencias arraigadas en nuestra cultura de las que todos participamos. En el tema de abusos sexuales los únicos inocentes son las víctimas.
X. Allué (Editor)