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La protección de los derechos de los menores en la pasada legislatura
No me da el tiempo para revisar todo el Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados en busca de cuáles han sido las actuaciones dedicadas a promover la protección de los derechos de los menores en este país. Tengo la impresión, por lo que me viene a la memoria de que el saldo es más bien magro. Me da la sensación de, como reza el verso de Martí Pol, «todo está por hacer«, pero no me queda claro, como continua, que «todo es posible«. Un parlamento con mayoría absoluta no ha hecho mucho y, viendo el panorama desde las últimas elecciones y lo que parece que se espera de las próximas en unas semanas, no es como para albergar grandes esperanzas.
No vamos a relatar todo lo que está pendiente, aunque sólo fuera todo aquello que figura en los tratados internacionales que ha signado el estado español y que no cumple. Lo que más nos duele sigue siendo la pobreza, porque el derecho a una vida digna es de lo más elemental y parece evidente que rescatando bancos a 22.000 millones el chute y poniendo trabas a las iniciativas para compensar la pobreza energética no se ayuda mucho.
Ya sabemos que todo eso es política y que los políticos parecen estar en el némesis de su prestigio; los que ocupan el poder, más aún. Pero como tambien entendemos que, por ahora, el sistema que tenemos para elegirlos no admite mejoras, por lo menos repasemos nuestras conciencias antes de otorgarles nuestro voto. Y decimos nuestras conciencias porque si miramos las suyas o, para el caso, sus programas electorales, se nos pasaran las ganas de votarles.
X. Allué (Editor)
(En el gráfico, tasa de población infantil viviendo con una renta por debajo del 50% de la media, por paises. El Reino de España, el quinto por la cola…)
Todos al cole
El comienzo de curso escolar este año resulta fuertemente influenciado por la política. Añadiría que lamentablemente porque uno desearía la más absoluta de las normalidades en el mundo escolar y el de los niños. Pero la evolución de los tiempos es la que es y desde aquí sólo podemos relatarla en lo que nos afecta.
Por un lado es el segundo curso con una nueva ley de educación, la LOMCE o desgraciadamente denominada ley Wert por ser ese personaje, actualmente retirado de la escena política, el ministro que la propició. La ley ha sido ampliamente contestada tanto por parte de los ámbitos académicos escolares como por parte de los gobiernos de las Comunidades Autónomas que tiene transferidas las competencias en Educación. Y ello hasta el punto que varias CCAA no aplicaran las propuestas de la ley.
Por otro, éste primer trimestre anuncia al menos dos procesos legislativos electorales que pueden ser determinantes en relación con las escuelas y la legislación sobre educación: las elecciones autonómicas catalanas anunciadas para el próximo 27 de septiembre, y las elecciones generales a Cortes tentativamente programadas para el mes de diciembre.
Las elecciones catalanas han sido anunciadas como «plebiscitarias» al entenderse que pueden representar un momento decisivo sobre el movimiento independentista de Cataluña. Las elecciones generales concluyen una legislatura con un gobierno con mayoría absoluta del Partido Popular que muy probablemente no se renovará. En ambos casos las «cosas» no serán igual tras las dos convocatorias electorales.
No se si la comunidad educativa, siempre abnegada, altamente respetable y vocacionalmente dedicada a los niños, podrá eludir reflejar la realidad política de la actualidad en las aulas. Soy de los que creo que la política no debe excluirse de la escuela y que los niños tienen derecho a conocer la realidad y participar en ella con el conocimiento que, según la edad, puedan alcanzar. Por tanto entiendo que es una responsabilidad de los educadores de facilitarlo e incluir la educación en la vida de relación en sus enseñanzas, con toda la variedad y diversidad que corresponde. Nunca me he visto sorprendido por la claridad con la que muchísimos niños comprenden y explican esa realidad. Lo aprenden en casa y, también, en el cole.
Los profesionales sanitarios y sociales, pediatras, médicos de familia, enfermeros, trabajadores sociales, psicólogos, etc. implicados con la infancia, suelen compartir un conocimiento y experiencia de «primera linea» que ya quisiéramos tuviesen los dirigentes políticos. Y eso les ayuda a ser algo más sensibles a las políticas de la política que quizá otros estamentos. Juntos con los enseñantes no deben eludir la responsabilidad de compartir su visión de la realidad y, en el momento que se tenga la oportunidad, participar activamente en los procesos electorales. La política, también, es una cosa demasiado seria para dejarla sólo en manos de los políticos.
Y los niños, que son la sociedad del futuro, deben ser incluidos en el conocimiento.
X. Allué (Editor)
Ayuntamientos, cada cuatro años
Este lunes de Pascua granada, una celebración religiosa que con todo el simbolismo del conocimiento de las lenguas, ha perdido significado e importancia en todas partes (menos en Almonte), es el lunes de la resaca electoral de los gobiernos locales. Son esas elecciones que se celebran puntualmente cada cuatro años (las otras tienen calendarios variables) y, como todo al mundo afirma y conoce, son las que dilucidan quien tiene el poder en las administraciones más próximas a los ciudadanos.
A pesar de ello, los vaivenes de la política de los ámbitos nacionales e incluso supranacionales no son ajenos a la realidad local. Los grandes partidos ejercen su función y, a menudo, imponen su fuerza alineando por ideologías las propuestas electorales.
Sin pretender hacer un análisis postelectoral que, desde aquí, parece que no nos corresponde, sí que podemos notar que en esta ocasión en el conjunto de España se percibe una cambio notable hacia posiciones más sensibles a los tremendos problemas de toda índole que sufre nuestra población: el desempleo, la pérdida de poder adquisitivo, la pobreza, los deshaucios, la marginación, la inmigración desprotegida o los recortes en sanidad, educación y ayudas sociales. Y cuando decimos problemas es porque lo son, sin entrar a considerar en profundidad las causas políticas, económicas o ideológicas que subyacen en su raíz. Hay otros problemas graves como la crisis financiera, la deuda exterior, los conflictos identitarios nacionales o las discrepancias ideológicas en materia de la vida reproductiva o la estructura familiar. Pero estos no tocan la vida diaria de las gentes, ni su solución se encuentra en las políticas municipales.
El cambio hacia opciones políticas que son, al menos nominalmente, más sensibles al día a día y al bienestar es saludable. Luego se verá si la repercusión es o no algo que se note.
Los pediatra sociales lo llevamos en nuestro apellido. De manera que cualquier avance en políticas sociales desde las administraciones más próximas nos merece atención, observación activa y crítica y, sobre todo debe estimularnos en la continuada defensa de derechos de niños y familias por su salud y bienestar sin exclusiones.
Con los mejores deseos para la nueva legislatura municipal.
X. Allué (Editor)
La política, la ministra, los niños y la Pediatría social
En varias ocasiones no hemos referido a la política de éste país y su relación con los niños, casi siempre en tonos críticos. Y sin demasiada contención hemos criticado de forma específica a la política del actual gobierno que, en materia de salud, viene protagonizada por la ministra del ramo en diversas entradas ( Ebola, enfermedades y ministras raras, evidencia científica o vacunaciones ). También la hemos personalizado en la titular, Ana Mato, cuya incompetencia, ignorancia y peculiar comportamiento siempre ha resultado demasiado evidente. Pero la crítica debería extenderse al presidente del gobierno que la ha nombrado y mantenido en el cargo. Como en «otras cosas», no ha estado muy acertado.
Aunque aparezca en los medios oficiales como una dimisión, resulta palmario que ha sido cesada y en relación a los asuntos de corrupción en los que se ha visto envuelta y en vísperas del anuncio gubernamental de una serie de iniciativas para el control y posible erradicación de la corrupción política. El señor Rajoy no puede presentarse ante el Parlamento a hablar de corrupción justo cuando un juez investigador señala a la ministra como beneficiaria de bienes y servicios procedentes de la mafia del entramado llamado «Gurtel». El tema es complejo y aparentemente la señora Mato no viene a ser más que el chivo expiatorio del momento.
No es tarea de este blog adentrarse en la vorágine de la actual situación política de España en particular y el mundo que nos rodea en general. Pero si lamentar, una vez más, cómo los niños pueden verse envueltos en las actuaciones ilícitas de los irresponsables responsables de su cuidado. Que el motivo número 32 del cese de la ministra tenga que ver con el dinero sucio empleado en las fiestas del cumpleaños de sus hijos y unas facturas burdas de «confetti», de alguna forma pesará sobre esos hijos y, quizá, muchos otros que igual se preguntarán quien ha pagado por el confetti en las fiestas de sus amiguitos. Mientras, la salud de muchos otros niños, del ámbito que era competencia de la ministra, se han visto privados de servicios o prestaciones por la mala gestión ministerial.
Ni los niños ni nosotros vamos a perdonar que un personaje tan lamentable como Ana Mato haya formado, de alguna manera, parte de nuestras vidas. Ni tampoco a los que la han apoyado y mantenido a sabiendas de su trayectoria corrupta y su innegable incompetencia.
La Pediatría social se ejerce desde dondequiera que haya niños con problemas que afecten a su salud y, además tengan raíces y consecuencias en la situación en que se encuentran en la sociedad. Los niños están en la calle, los parques, las vías de comunicación, las escuelas, ocasionalmente en los centros sanitarios, en los lugares de ocio y en sus casas. Que esos espacios sean adecuados, suficientes, inocuos, y provechosos para su salud y desarrollo es una competencia que afecta a muchos ámbitos e instituciones. El ministerio de Sanidad, si existe para algo, es para garantizarlo y además ejercer la vigilancia sobre las instituciones a las que algunas de las funciones se hayan delegado. Los niños comen, juegan, aprenden, hacen deporte, actividades lúdicas o descansan. Que tengan acceso a una alimentación sana y nutritiva, que no tengan límites a su actividad, que se diviertan para desarrollarse y que estén debidamente protegidos, también es una competencia de muchos. Pero un ministerio de Sanidad que sirva para algo debe promover políticas y legislación que contribuya a garantizar adecuadamente todo lo dicho.
Lo recordamos porque los pediatras sociales no dejaremos de exigirlo.
X. Allué (Editor)
Los niños y la política
O la política y los niños… Parece como si fueran dos cosas que no casan. ¿Meter a los niños en política? Con la que está cayendo en este país (por España) fuera una imprudencia rayana en el maltrato infantil: políticos corruptos, ineficaces, puteros, ladrones ¿qué más?. El desprestigio de los políticos como clase difícilmente puede alcanzar cotas más bajas ( o quizá altas: gran desprestigio/profundas simas de desprestigio).
Afortunadamente esto se refiere a los profesionales y, también por fortuna y aunque parezca al contrario, no son todos. Soy de los que sigo creyendo que la política, el servicio a los ciudadanos, sigue siendo una actividad loable y necesaria. Claro que eso también puede decirse de las putas…
En serio, la política es un ámbito social de notable importancia y la pediatría social no se puede ver ajena a lo que representa. Probablemente una buena parte de la actividad de los pediatras sociales como grupo, lo que esta sociedad representa, va dirigida a promover, modificar, alumbrar, reforzar, conducir y desarrollar políticas que redunden en el beneficio de los niños y sus salud.
También hay muchos padres que entienden que sus hijos deben conocer y participar, desde su nivel, en la política. Y algunas escuelas que fomentan la participación y la responsabilidad. En una de mi entorno próximo, los alumnos de 4º, 5º y 6º convocan y llevan a cabo una asamblea cada viernes: aportan un tema, lo discuten entre todos y lo aprueban o rechazan, con la natural ayuda de los maestros. También evalúan actitudes de unos y otros y las aplauden o censuran colectivamente.
En la reciente (y peculiar) votación llevada a cabo en Cataluña, muchos padres fueron con sus hijos a los centros de participación. Además se autorizó el voto a partir de los 16 años, claro nivel de edad pediátrica (!). Pude ver a un padre ofrecer a su hija de 9 años que se leyera la papeleta y realizase su opción. Tras mirárselo unos momentos estampó sus cruces donde creyó oportuno y el padre depositó esa papeleta cuando le llegó el turno. «Es por su futuro» me dijo.
Creemos que es bueno y benéfico acercar los niños a la política; les ayudará a ser adultos responsables. Mientras, y lamentablemente, nuestro gobierno prefiere seguir tratándonos a los adultos como si fuésemos niños.
X. Allué (Editor)
(Foto: Papá, bebé y cola de votantes en Cataluña 9N)
Los niños y la política
En fechas recientes se ha producido un cierto debate sobre los niños y la política. En relación a una participación en un programa televisivo en el que se preguntaba a niños sobre cuestiones políticas de actualidad, se despertó una serie de críticas en el sentido de que los niños deben quedar aparte de las cuestiones pilíticas y que involucrarlos puede atentar contra su derechos (sic!)
Desde la Pediatría social tenemos la tendencia a considerar que a los niños les afecta todo. Para bien y para mal, los niños están en el mundo, en la sociedad, y naturalmente participan en todos los eventos y acontecimientos. Ya nos gustaría ahorrarles a los niños su dolorosa participación, por ejemplo, en los conflictos bélicos. O en las catástrofes naturales. O de sufrir las consecuencias de políticas económicas y sociales que les hacen la vida más dificil, más triste, más pobre o más absurda. Incluyendo también los efectos de decisiones políticas de tan dudoso acierto como la ley de Educación del actual gobierno del PP (la ley del majadero del ministro Wert) o las medidas implementadas por el gobierno de las Islas Baleares sobre el uso de las lenguas en las escuelas y que han conducido a una prolongada huelga de los enseñantes en protesta.
En general los padres no quieren que a sus hijos se les manipule, se les agreda o se les indoctrine desde cualquier frente. Lamentablemente los niños son víctimas de daños irreparables por parte de los poderes políticos, hagan lo que hagan los padres.
Los padres son muy dueños de informar, ilustrar y educar a sus hijos en el contexto de las ideas políticas que sean de su preferencia. Acompañarán o se harán acompañar de sus hijos a manifestaciones callejeras, mítines o concentraciones. Autorizarán a sus hijos a contemplar noticiarios de televisión o leer periódicos o panfletos, y darán las explicaciones que se les alcancen en respuesta sus preguntas.
Todo ello es, además de legítimo, algo sano. Sólo la violencia y las coacciones de carácter político deben ser evitadas.
De ahí que no haya que escandalizarse de que unos menores expresen su opinión o sus vivencias en el ámbito de la política. Bienvenidas sean, a menudo con mucho más sentido común que las de muchos adultos.
X. Allué (Editor)