Archive for marzo 2017
SYNDEMICS

* MerrillSinger, Scott Clair, Medical Anthropology Quarterly 17(4):423-441
La estatura como valor social – III
Recordábamos hace ya un tiempo la figura que Miguel Gila dedicaba a los niños como «esos locos bajitos«, y que más tarde menciona Juan Manuel Serrat. La referencia entonces era en cuanto a «locos», porque reivindicábamos la especialidad de Psiquiatría infantil. Ahora nos referimos más bien a la condición de «bajitos».
La estatura infantil, en general inferior a la de los adultos, es una condición, también en general, transitoria. El destino de los niños es crecer. Sin embargo no todos lo hacen, o no lo hacen al mismo ritmo, o al mismo tiempo o en la misma proporción. Los libros de Pediatria, los tratados de auxología, se extienden en explicar la evolución del crecimiento con tablas y gráficos y, a la vista de posible discrepancias o retrasos, ofrecen amplios listados de las posibles causas. Son muchas. Algunas congénitas, hereditarias. Otras adquiridas por los múltiples avatares de la existencia. Unas y otras dependientes de una variedad de agentes o factores: hormonales, metabólicos, nutricionales o hasta neurológicos.
La baja estatura resulta socialmente denostada. Abundan los insultos, los menosprecios, los chistes , el desdén o las burlas, cuando no las agresiones. No los vamos a reproducir por lo ofensivos e injustos. Incuso se critica cuando en intento de la superación, algunos con baja estatura actúan con altaneria o soberbia, recordando algunos famosos por su estatura y poder, como Bonaparte o Leo Messi.
La percepción de la baja estatura en cualquier época de la vida no puede dañar la autoestima. Es una obligación de quienes nos ocupamos de los niños y su salud que contribuyamos a racionalizar las realidades, evitando conmiseraciones, ayudando a interpretaciones adecuadas y ofreciendo todo el apoyo necesario. Valorizando la importancia del contenido sobre el continente, recordando a la proverbial buena confitura guardada en el envase más pequeño.
X. Allué (Editor)
El color de la piel
El color de la piel es una apreciación social, no cromática. En los paises africanos, pobres, se interpreta que cualquier blanco es rico. En los paises europeos, blancos, se interpreta que cualquier negro pobre es inferior. En Norteamérica, tras la presidencia de Barack Obama, les ha tocado un presidente como Donald Trump; justo castigo a su perversidad (?) Que Obama sea negro y Trump rico parece colateral al hecho de que sean presidentes de la nación.
Ya hemos contado antes (https://pedsocial.wordpress.com/2015/11/23/multiculturalidad-emigraciones-y-refugiados/) que para los niños, eso de la diferencias raciales asociadas al color de la piel es algo que no forma parte de sus conocimientos hasta que alguien se lo enseña. Y que ese concepto de «raza» es una patraña decimonónica de la época de los imperios coloniales. Aún recuerdo que en mi libro escolar de geografía, editado en la primera mitad del siglo XX se describían cinco razas: blanca, negra, amarilla, «cobriza» y «aceitunada». El entecomillado es mío y sirve para resaltar la escasa habilidad cromática de los autores que adscribían a los aborigenes americanos un color semejante al cobre, y a los sudasiáticos el color de las aceitunas, supuestamente las verdes, porque en este país de olivos, las aceitunas pueden tener una gran variedad de colores (mís favoritas son la negras «mortas» de Aragón). Majadería sublime. Recuerdo aquí que, los indígenas (indígena es una mala palabra, por la manía de confundir las Indias con la India) nortemericanos se dieron en llamar «pielrojas» no precisamente por el color de su piel, sinó por los tintes y pinturas con que se decoraban más comúnmente piel y ropa. Esa peculiaridad fue asumida por muchas tribus con orgullo: el estado de Oklahoma ostenta su nombre que, en cherokee, quiere decir «país de los hombres rojos».
El libro de geografía de mi hermana ya había ampliado las «razas» a 8, añadiendo hindú, esquimal y oceania u oceánica. En los años setenta lo extendieron aún más, incorporando eslavos, árabes, nórdicos, mongoles separados de los chinos, mediterráneos para griegos, sicilianos y probablemente los de aquí que sean morenos (!), afroamericanos y una docena más. Y luego entraron ya en la categorización de las etnias. Los norteamericanos, que en esto de diferenciar a la gente por su pinta son muy suyos, en los censos del 1995 y del 2000 ofrecieron a la gente la posibilidad de asignarse una etnia, con lo que se generó un considerable confusión porque mucha gente no se reconocía en ninguna: aún no distinguen entre «americano» que pueden serlo todos y «native American«, para los que reconozcan en sus ancestros algún «pielroja». En los censos siguientes ofrecieron hasta dos posibilidades y de ahí salieron esos «afroamericanos», «mexican-american», «judios europeos» y muchas otras combinaciones, hasta que en los últimos censos han renunciado a esas calificacions.
Los antropólogos han identificado unas 600 etnias y eso se basa en que cada una de ellas, o sus miembros, se reconozcan como tales. Como etnia se entiende no unos rasgos físicos, sino culturales, entre los que se incluye la herencia familiar. En este país se han dicho muchas tonterias con las minorías étnicas, especialmente con los gitanos. Pero tambén con los agotes, «los vascos y las vascas» o, últimamente, los catalanes.
Raza, lo que se dice raza, sólo hay una: la raza humana. También somos el género humano, aunque algunos taxonomistas, en particular paleoatropólogos como Eudald Carbonell, sostienen que aún no somos «especie».
Los pediatras deben familiarizarse con los distintos colores de la piel sobre todo por la diferencia que pueden representarse en la patología dermatológica. Y huír de cualquier consideración calificativa discriminatoria. No vale decir que las «tiritas» que se emplean para pequeñas heridas o pinchazos tienen «color carne», por favor. (Ni siquiera la carne tiene «color carne»). Si no se sabe distinguir un exantema en una piel más oscura, pues hay que aprenderlo. O enviar el paciente a otro facultativo más experto.
X. Allué (Editor)
(Suponemos que a la firma Benetton no le importará la publicidad gratuita)
A las puertas de la tecnología quántica – usos sociales
Que no quede por no dicho: estamos a las puertas de la introducción de la tecnología quántica, de la ingeniería quántica, en aspectos de la vida con repercusiones en las condiciones sociales.
Todos los avances tecnológicos en la historia de la Humanidad, desde las hachas de sílex, a las velas de los barcos, a la pólvora, la electricidad o los ultrasonidos han modificado las relaciones sociales. No creo que haga falta entrar en detalles. Las aplicaciones de la tecnología quántica están a punto de entrar en nuestras vidas como hace poco lo hicieron los semiconductores, los microchips y sus transformaciones en smart-telephones, microprocesadores o ecógrafos ginecológicos. Desde aquí pensamos que para bien. Esperamos con una cierta ansiedad ver como problemas insolubles se acerquen a su solución con aplicaciones que permitan afrontarlos con más precisión, con más rapidez y con más eficacia.
No es ahora el momento de explicar pormenorizadamente hacia donde se mueve la cosa, porque hay mucho; de lo más simple a lo más complejo. Hace treinta años no sabíamos que podríamos calentar los biberones con un horno microondas. De repente por 35 euros podíamos poner uno en la cocina. Ese tipo de cosas nos van a pasar. Hay que tener los ojos abiertos y la mente dispuesta para adaptar y adoptar lo que la tecnología nos ofrezca para mejorar la salud de los niños. Es una obligación.
La bibliografía abunda. O sea que informaos.
X. Allué (Editor)
Emigración: emigrantes e inmigrantes
Será reiterativo, pero no hay duda que todos estos textos («Inmigrantes») publicados en este blog a lo largo de los años continúan vigentes. La llegada a la oficina de la presidencia de los Estados Unidos de América, país creado y mantenido por inmigrantes, de un energúmeno perverso acentúa la actualidad. Pero aquí no vamos mejor…
Reproducimos algo de ellos aquí:
…»Parece como ocioso recordar que todos somos inmigrantes. Claro que hay que volver la vista bastante atrás, pero, total hace 400.000 años aquí no había nadie. Fuimos viniendo poco a poco. Los libros de historia que estudié de pequeño hacía escasa referencia a la prehistoria. Daba por sentado que los habitantes de esta parte del mundo “ya estaban aquí” y que luego vinieron los Iberos por el sur y los Celtas por el norte. Y luego “vinieron” los fenicios, los griegos, los cartagineses, los romanos, los visigodos, los suevos, los vándalos y los alanos. Y después los árabes (y los moros, almohades, almorávides y benimerines). Y que después se les echó (?) y aquí se quedaron “los de siempre”. Lo que no fue óbice para que los monarcas fueran extranjeros (Carlos I nació en Flandes y no hablaba español, Felipe V era francés, y el más reciente JuanCarlos I nació en Roma y se educó en Portugal) y sucesivas llegadas de ciudadanos nacidos en otros lugares y otras culturas: japoneses en Sevilla (siglo XVI), austriacos e italianos en Madrid, holandeses y alemanes en La Carolina o en San Carles de la Rápita. En las zonas más abiertas o próximas a las fronteras, siempre imprecisas, recogemos en los apellidos orígenes foráneos: Anglés, Francés, Alemany, Moro, Milanés, etc. Y los nacidos aquí emigraron a millones a América (antes) y a Europa (hace 40 años) en busca de una vida mejor.
Todos somos emigrantes/inmigrantes….»
«…Las leyes de acogida y asistencia que los países aplican establecen diferencias entre quienes se acercan a sus fronteras desde el exterior. Turistas e inversores serán habitualmente bienvenidos, pero emigrantes o refugiados ya no tanto.
Inmigrantes somos todos argumentábamos hace unos años quizá cuando el pico de llegada de nuevos inmigrantes a este país. Luego la crisis económica ha cambiado algunas cosas pero una buena parte se han quedado e integrado. Ya “son de aquí”, menos para algún energúmeno del Partido Popular como el anterior alcalde de Badalona y algunos otros recalcitrantes.
De las migraciones se ha escrito mucho. Nosotros mismos en la primera década del siglo y dentro del ámbito de migraciones y salud hemos contribuido con algunos trabajos de investigación y varias publicaciones. La linea argumental aparece resumida en la entrada del blog enlazada más arriba en el sentido de que las migraciones son la parte de la historia de la humanidad más constante, probablemente incarnada en el ADN primitivo que promovía el nomadismo. Quizá la característica más “humana” de los homínidos fuese su tendencia a viajar, a cambiar de asentamiento según sus necesidades. Los otros simios son más territoriales y viajando se aprende. La teoría paleontológica del “out of Africa” sostiene que los homínidos más modernos y especialmente el sapiens, son originarios del este africano y que migraron hacia el norte, a través del Sinaí, hacia Eurasia.
Las religiones del libro consagran las migraciones (Exodus) y los viajes (Hejira). La historia de la Europa medieval es una sucesión de migraciones desde oriente. Los europeos ocuparon América, casi siempre en busca de algo mejor, aunque a menudo huyendo de algo peor, insoportable. La Guerra civil española llevó medio millón de republicanos a Francia. Mediado el siglo XX hasta 60 millones de personas se desplazaron o los desplazaron los horrores de la guerra.
Refugiados y emigrantes no se van de donde vienen: les empujan. Les empuja la miseria, la inseguridad, el hambre, la desesperanza, el miedo y la muerte, aunque luego lo vuelvan a encontrar por el largo camino hasta encontrar sosiego y acogida en otros lugares. Por eso la diferenciación entre emigrantes y refugiados, al menos en el momento actual, me parece más bien retórica. Cierto es que las legislaciones de los países occidentales están llenas de argumentaciones y que el derecho internacional público contempla las situaciones de forma diferenciada. Así lo hace la ONU también. Pero las razones suelen ser meramente instrumentales. Por ejemplo suponen que los refugiados por una causa concreta, puntual, como un conflicto bélico, cuando este concluya es posible que quieran regresar a sus lugares de origen. Pero todo el mundo entiende que lo más común es que a la conclusión de una guerra suele quedar muy poco a lo que regresar.
El caso es que la estúpida idea de que todo el mundo debe quedarse en su casa y no molestar, parte de la concepción de un mundo fraccionado por fronteras físicas o sociales. Y eso, en el siglo XXI ya no va a ser. Los “parias de la tierra” a quienes canta La Internacional ya no aguantan más y las distancias cada vez son más cortas. Pero aunque no lo fuesen: las barcazas de los mares del sudeste asiático, las pateras del estrecho o los flotadores delante de Lampedusa son versiones de lo mismo. Como en su día lo fueron los artilugios flotantes de los “balseros” cubanos. O andando como hacen desde esta mañana los que estaban retenidos en la estación Keleti en Budapest.
Todavía no me he recuperado de la visión de la imagen del niño Aylan que mostramos en el post anterior. Y sigo sin palabras para comentarlo. Pero desde este rincón queremos recordar a nuestros lectores que, cada uno desde el suyo, actúen hacia sus respectivos representantes y gobiernos para que empiecen a comprender el problema y arbitrar medidas, no sólo para resolver lo inmediato como pueda ser un tren de Budapest a Viena o unos ferris en la isla de Cos, sino para orientar las políticas hacia las causas que, todos sabemos, son del orden mundial y de la responsabilidad social de los que tenemos ante los que no tienen nada….»
X. Allué (Editor)
Determinantes culturales en Pediatria social. Recopilación
Ofrecemos una recopilación de los textos sobre determinantes culturales que hemos publicado recientemente en sucesivas entradas en este blog. Es un texto en media docena de hojas, en formato .pdf para su libre uso y difusión.
X. Allué (Editor)
Determinantes-Culturales <—- Clicar aquí