Pediatria social-Social Pediatrics

Blog de Pediatria Social

Archive for marzo 2017

SYNDEMICS

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Un concepto, para mi nuevo, sobre como entender las enfermedades o la patología que afecta a grupos sociales puede traducirse como sindemia. Y decimos «puede» porque no tenemos muy claro que sea una forma española correcta. Leemos en un trabajo postodoctoral colombiano una referencia que dice: El término SINDEMIA ha sido introducido recientemente por antropólogos médicos para referirse a las interacciones sinérgicas entre dos o más enfermedades coexistentes y que producen una carga excesiva por enfermedad.
Los antropólogos médicos son una peculiar tribu, a la que me honro pertenecer desde hace más de veinte años, con una tendencia natural a retorcer el vocabulario en búsqueda de explicaciones de la realidad de la salud y la enfermedad (*).
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Una epidemia sindémica o sinérgica es la agregación de dos o más epidemias o grupos de enfermedades concurrentes o secuenciales en una población con interacciones biológicas, lo que exacerba el pronóstico y la carga de la enfermedad. El término fue desarrollado por Merrill Singer a mediados de los años noventa. Las síndemias se desarrollan bajo la disparidad de salud, causada por la pobreza, el estrés o la violencia estructural y son estudiados por epidemiólogos y antropólogos médicos relacionados con la salud pública, la salud comunitaria y los efectos de las condiciones sociales sobre la salud.
El enfoque sindémico se aparta del enfoque biomédico de las enfermedades para aislar, estudiar y tratar las enfermedades como entidades distintas separadas de otras enfermedades e independientemente de los contextos sociales.
El concepto syndemics tiene tres características principales. Syndemics implica la agrupación de dos o más enfermedades dentro de una población; La interacción biológica, social y psicológica de esas enfermedades; y las fuerzas sociales a gran escala que precipitan el agrupamiento de enfermedades en primer lugar. Originalmente desarrollada por antropólogos médicos para dar sentido al VIH / SIDA, la teoría de síndemias ofrece una forma innovadora de entender por qué las enfermedades se agrupan en poblaciones desproporcionadamente afectadas por la pobreza, la exclusión social, la violencia de género, el cambio climático, el desplazamiento derivado de los residuos agrícolas o industriales o la contaminación y otras formas de estrés social y ambiental.
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La revista The Lancet publica en uno de sus últimos números  una serie de aportaciones que
destacan tres maneras en las que un marco sindémico puede hacer avanzar la medicina, la salud pública y los derechos humanos. En primer lugar, el constructo sindémico proporciona estrategias poderosas para reconocer cómo los factores sociales, políticos y ecológicos crean y perpetúan vulnerabilidades estructurales que contribuyen a la emergencia y exacerbación sindémica. En segundo lugar, un marco sindémico permite comprender cómo ciertos individuos, familias y comunidades (y no otras) son enviados a entornos dañinos que los hacen vulnerables a sindemias con efectos concretos sobre el bienestar social y biológico. En tercer lugar, este conocimiento sindémico hace posible intervenir eficazmente en los niveles políticos y clínicos. Al abordar tanto las raíces de la enfermedad (desigualdad) como el tratamiento de los síntomas (atención clínica), la intervención sindémica puede fortalecer las estrategias de prevención y atención considerando todo el alcance de las vulnerabilidades sindémicas, en lugar de tratar los trastornos individualmente e ignorar los complejos contextos en los que se producen.
(Textos traducidos y reproducidos)
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Bueno, pues eso. Hay que ampliar la visión para entender la patología con componente social. Y nos atrevemos a decir que TODA la patología arrastra componentes sindémicos.
X. Allué (Editor)
 
* MerrillSinger, Scott Clair,  Medical Anthropology Quarterly 17(4):423-441

 

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27 marzo 2017 at 6:53

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La estatura como valor social – III

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Recordábamos hace ya un tiempo la figura que Miguel Gila dedicaba a los niños como «esos locos bajitos«, y que más tarde menciona  Juan Manuel Serrat. La referencia entonces era en cuanto a «locos», porque reivindicábamos la especialidad de Psiquiatría infantil. Ahora nos referimos más bien a la condición de «bajitos».

La estatura infantil, en general inferior a la de los adultos, es una condición, también en general, transitoria. El destino de los niños es crecer. Sin embargo no todos lo hacen, o no lo hacen al mismo ritmo, o al mismo tiempo o en la misma proporción. Los libros de Pediatria, los tratados de auxología, se extienden en explicar la evolución del crecimiento con tablas y gráficos y, a la vista de posible discrepancias o retrasos, ofrecen amplios listados de las posibles causas. Son muchas. Algunas congénitas, hereditarias. Otras adquiridas por los múltiples avatares de la existencia. Unas y otras dependientes de una variedad de agentes o factores: hormonales, metabólicos, nutricionales o hasta neurológicos.

La baja estatura resulta socialmente denostada. Abundan los insultos, los menosprecios, los chistes , el desdén o las burlas, cuando no las agresiones. No los vamos a reproducir por lo ofensivos e injustos. Incuso se critica cuando en intento de la superación, algunos con baja estatura actúan con altaneria o soberbia, recordando algunos famosos por su estatura y poder, como Bonaparte o Leo Messi.

La percepción de la baja estatura en cualquier época de la vida no puede dañar la autoestima. Es una obligación de quienes nos ocupamos de los niños y su salud que contribuyamos a racionalizar las realidades, evitando conmiseraciones, ayudando a interpretaciones adecuadas y ofreciendo todo el apoyo necesario. Valorizando la importancia del contenido sobre el continente, recordando a la proverbial buena confitura guardada en el envase más pequeño.

 

X. Allué (Editor)

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23 marzo 2017 at 12:46

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El color de la piel

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El color de la piel es una apreciación social, no cromática. En los paises africanos, pobres, se interpreta que cualquier blanco es rico. En los paises europeos, blancos, se interpreta que cualquier negro pobre es inferior. En Norteamérica, tras la presidencia de Barack Obama, les ha tocado un presidente como Donald Trump; justo castigo a su perversidad (?) Que Obama sea negro y Trump rico parece colateral al hecho de que sean presidentes de la nación.

Ya hemos contado antes (https://pedsocial.wordpress.com/2015/11/23/multiculturalidad-emigraciones-y-refugiados/) que para los niños, eso de la diferencias raciales asociadas al color de la piel es algo que no forma parte de sus conocimientos hasta que alguien se lo enseña. Y que ese concepto de «raza» es una patraña decimonónica de la época de los imperios coloniales. Aún recuerdo que en mi libro escolar de geografía, editado en la primera mitad del siglo XX se describían cinco razas: blanca, negra, amarilla, «cobriza» y «aceitunada». El entecomillado es mío y sirve para resaltar la escasa habilidad cromática de los autores que adscribían a los aborigenes americanos un color semejante al cobre, y a los sudasiáticos el color de las aceitunas, supuestamente las verdes, porque en este país de olivos, las aceitunas pueden tener una gran variedad de colores (mís favoritas son la negras «mortas» de Aragón). Majadería sublime. Recuerdo aquí que, los indígenas (indígena es una mala palabra, por la manía de confundir las Indias con la India) nortemericanos se dieron en llamar «pielrojas» no precisamente por el color de su piel, sinó por los tintes y pinturas con que se decoraban más comúnmente piel y ropa. Esa peculiaridad fue asumida por muchas tribus con orgullo: el estado de Oklahoma ostenta su nombre que, en cherokee, quiere decir «país de los hombres rojos».

El libro de geografía de mi hermana ya había ampliado las «razas» a 8, añadiendo hindú, esquimal y oceania u oceánica. En los años setenta lo extendieron aún más, incorporando eslavos, árabes, nórdicos, mongoles separados de los chinos, mediterráneos para griegos, sicilianos y probablemente los de aquí que sean morenos (!), afroamericanos y una docena más. Y luego entraron ya en la categorización de las etnias. Los norteamericanos, que en esto de diferenciar a la gente por su pinta son muy suyos, en los censos del 1995 y del 2000 ofrecieron a la gente la posibilidad de asignarse una etnia, con lo que se generó un considerable confusión porque mucha gente no se reconocía en ninguna: aún no distinguen entre «americano» que pueden serlo todos y «native American«, para los que reconozcan en sus ancestros algún «pielroja». En los censos siguientes ofrecieron hasta dos posibilidades y de ahí salieron esos  «afroamericanos», «mexican-american», «judios europeos» y muchas otras combinaciones, hasta que en los últimos censos han renunciado a esas calificacions.

Los antropólogos han identificado unas 600 etnias y eso se basa en que cada una de ellas, o sus miembros, se reconozcan como tales. Como etnia se entiende no unos rasgos físicos, sino culturales, entre los que se incluye la herencia familiar. En este país se han dicho muchas tonterias con las minorías étnicas, especialmente con los gitanos. Pero tambén con los agotes, «los vascos y las vascas» o, últimamente, los catalanes.

Raza, lo que se dice raza, sólo hay una: la raza humana. También somos el género humano, aunque algunos taxonomistas, en particular paleoatropólogos como Eudald Carbonell, sostienen que aún no somos «especie».

Los pediatras deben familiarizarse con los distintos colores de la piel sobre todo por la diferencia que pueden representarse en la patología dermatológica. Y huír de cualquier consideración calificativa discriminatoria. No vale decir que las «tiritas» que se emplean para pequeñas heridas o pinchazos tienen «color carne», por favor. (Ni siquiera la carne tiene «color carne»). Si no se sabe distinguir un exantema en una piel más oscura, pues hay que aprenderlo. O enviar el paciente a otro facultativo más experto.

 

X. Allué (Editor)

(Suponemos que a la firma Benetton no le importará la publicidad gratuita)

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20 marzo 2017 at 7:21

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La estatura como valor social, II

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Todos los niños quieren ser más altos. Seguro que ya apenas lo recordamos, pero la sensación propia de que se está creciendo es una percepción que nunca más volvemos a tener. Como los niños no suelen escribir sus memorias, sobre todo los que no saben escribir, no existe el relato del fenómeno del crecimiento que, desde mi pequeño y propio punto de vista, es algo fascinante. Eso de que haya un día que puedas alcanzar la manilla de la puerta para abrirla, es un logro tan absolutamente natural que es extraordinario en si mismo. Cuando tienes dos años te tienes que poner de puntillas, agarrar la manija con un esfuerzo de prensión que ya está muy desarrollado al nacer, como en todos los primates, y tirar hacia abajo a veces colgando todo el peso del cuerpo…Y oiremos ¡Uy! ya llega a abrir la puerta!. Alcanzar, ese es el objetivo. No, aún no alcanzo, no llego, esa es la frustración, que se espera sea temporal. Y se espera que un adulto te levante…»Aúpame«, ese vasquismo, de aupa, tan interiorizado en el español.

Crecer permite sentarse a la mesa a comer en una silla sin cojines o alzas, y sin que el plato te toque la barbilla. Crecer es poder mirar por encima del alféizar de la ventana o de la ventanilla del coche. ¿Alguien se acuerda de la sensación de estar enmedio de una muchedumbre y sólo alcanzar a ver los culos de los adultos que te rodean? ¿De como hay que colarse entre las piernas de unos y otros para ponerse delante, en primera fila, para ver pasar el desfile o la procesión.

Crecer es poder tener asiento propio en los transportes. O, por fin, poder acceder a las atracciones «de mayores» en los parques temáticos. Aquí al lado, en Port Aventura, si no mides 130cm no eres nadie…

Algunos adolescentes, en el brote de crecimiento, cuando vuelven al lugar de los veraneos de antaño advierten: «Lo veo más pequeño todo…«. Lo miran «desde más arriba».

El slogan olímpico «Citius, altius , fortius«, más rápido, más alto y más fuerte, parece marcar unos standard a los que llegar con el crecimiento. Y luego viene aquello de que para jugar a basquet hay que ser muy alto. Ahí tienes a los hermanos Gasol. Bueno, y para lo demás también. Que sí, que Rafa Nadal no es bajito, mide 1,85. Y Maria Sharopova es una moza de 1.88!. O Michael Phelps, que mide 1,93 cm y así ya puede ganar medallas de natación.

Las constantes referencias, así como las experiencias, en lo que se refiere a la estatura de los niños ejercen un injusto efecto sobre  los humanos que están creciendo, los niños, y eso no siempre somos lo suficientemente ecuánimes para entenderlo. Y, al vigilarlo, entrar en valoraciones que los niños–y a veces también los padres–pueden no interpretar adecuadamente.

El crecimiento secular de la población es un fenómeno que en este país se ha hecho evidente en los últimos cincuenta años. Todos lo atribuimos a las mejoras en las condiciones sociales y a la alimentación, sobre todo proteica. Pero las estaturas medias se refieren a eso, a la media, o si se quiere, a la mediana. Pero hay un montón de gente, a todos los efectos la mitad, que estan por debajo.

Conceder a la estatura, como efecto del crecimiento, su justa valoración y evitar interpretaciones que puedan parecer negativas, es una responsabilidad de los que trabajan con niños y vigilan su crecimiento.

 

X. Allué (Editor)

 

 

 

 

Written by pedsocial

16 marzo 2017 at 18:19

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La estatura como valor social

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Los pediatras nos consideramos como los expertos en la biología del crecimiento humano. Más que un médico con un fonendo, el pediatra había sido un médico con un tallimetro y una gráfica de crecimiento. La verdad es que hoy dia debería ser un médico con un peso, porque son las variaciones del peso las que parece que van a infuir más en la salud de los niños cuando se hagan adultos e incluso antes.

Pero, y en cualquier caso, la vigilancia de la evolución del crecimiento en estatura continua siendo una dedicación. Que ese crecimiento sea armónico, continuado, adaptado al grupo étnico, compatible con la talla de los progenitores es lo que se espera y desea. Porque lo cierto y verdad, expresión repetida muy a menudo por un anterior presidente de esta sociedad, es que el crecimiento se entiende como bueno. Y deseable. Y cualquier desviación o, en especial, enlentecimiento, se considera negativo e indeseable. Por lo tanto la vigilancia debe ser mantenida a todo lo largo de la infancia.

Ocurre que la valoración social de la talla el final de crecimiento y, en ocasiones, durante éste, está sometida a condicionantes no siempre racionales, ligados a modas, costumbres y prejuicios que pueden contribuir a hacerles la vida complicada a los niños, motivar disgustos o incluso incidir negativamente sobre su estabilidad emocional. Y, hasta cierto punto, ejercer influencia sobre el caràcter y la personalidad de los niños y, después, de los adultos.

Incluso la valoración y apreciación está sometida a criterios dispares segun el sexo. Así existen pocas preocupaciones porque los niños varones sean altos, y justo al contrario, sí si son pequeños, mientras que la preocupación en el caso de las niñas es que sean «demasiado» altas.

Los condicionantes genéticos pueden seguir la norma, que los hijos se asemejen a sus padres. Pero las excepciones abundan y fácilmente se introducen en la opinión las referencias a que «ha salido» a tal o cual miembro de la familia más o menos inmediata.

Todo ello pesa sobre los niños y su capacidad de autocontemplarse y ubicarse en el mundo que les rodea. E incidir sobre su propia autoestima.

Se debe ser cauto al evaluar la progresión del crecimiento y evitar interpretaciones ligeras o valorativas sobre el mucho, el poco, el suficiente y el deseable que puedan inducir, además de confusiones y distorsiones de la realidad, conflictos emocionales u otras dificultades personales o intrafamiliares o, más aún, en el ámbito periférico como la familia extendida o la escuela.

 

X. Allué (Editor)

 

 

Written by pedsocial

14 marzo 2017 at 6:29

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A las puertas de la tecnología quántica – usos sociales

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Que no quede por no dicho: estamos a las puertas de la introducción de la tecnología quántica, de la ingeniería quántica, en aspectos de la vida con repercusiones en las condiciones sociales.

Todos los avances tecnológicos en la historia de la Humanidad, desde las hachas de sílex, a las velas de los barcos, a la pólvora, la electricidad o los ultrasonidos han modificado las relaciones sociales. No creo que haga falta entrar en detalles. Las aplicaciones de la tecnología quántica están a punto de entrar en nuestras vidas como hace poco lo hicieron los semiconductores, los microchips y sus transformaciones en smart-telephones, microprocesadores o ecógrafos ginecológicos. Desde aquí pensamos que para bien. Esperamos con una cierta ansiedad ver como problemas insolubles se acerquen a su solución con aplicaciones que permitan afrontarlos con más precisión, con más rapidez y con más eficacia.

No es ahora el momento de explicar pormenorizadamente hacia donde se mueve la cosa, porque hay mucho; de lo más simple a lo más complejo. Hace treinta años no sabíamos que podríamos calentar los biberones con un horno microondas. De repente por 35 euros podíamos poner uno en la cocina. Ese tipo de cosas nos van a pasar. Hay que tener los ojos abiertos y la mente dispuesta para adaptar y adoptar lo que la tecnología nos ofrezca para mejorar la salud de los niños. Es una obligación.

La bibliografía abunda. O sea que informaos.

 

X. Allué (Editor)

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9 marzo 2017 at 20:10

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Emigración: emigrantes e inmigrantes

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gran-pateraSerá reiterativo, pero no hay duda que todos estos textos («Inmigrantes») publicados en este blog a lo largo de los años continúan vigentes. La llegada a la oficina de la presidencia de los Estados Unidos de América, país creado y mantenido por inmigrantes, de un energúmeno perverso acentúa la actualidad. Pero aquí no vamos mejor…

Reproducimos algo de ellos aquí:

…»Parece como ocioso recordar que todos somos inmigrantes. Claro que hay que volver la vista bastante atrás, pero, total hace 400.000 años aquí no había nadie. Fuimos viniendo poco a poco. Los libros de historia que estudié de pequeño hacía escasa referencia a la prehistoria. Daba por sentado que los habitantes de esta parte del mundo “ya estaban aquí” y que luego vinieron los Iberos por el sur y los Celtas por el norte. Y luego “vinieron” los fenicios, los griegos, los cartagineses, los romanos, los visigodos, los suevos, los vándalos y los alanos. Y después los árabes (y los moros, almohades, almorávides y benimerines). Y que después se les echó (?) y aquí se quedaron “los de siempre”.  Lo que no fue óbice para que los monarcas fueran extranjeros (Carlos I nació en Flandes y no hablaba español, Felipe V era francés, y el más reciente JuanCarlos I nació en Roma y se educó en Portugal) y sucesivas llegadas de ciudadanos nacidos en otros lugares y otras culturas: japoneses en Sevilla (siglo XVI), austriacos e italianos en Madrid, holandeses y alemanes en La Carolina o en San Carles de la Rápita. En las zonas más abiertas o próximas a las fronteras, siempre imprecisas, recogemos en los apellidos orígenes foráneos: Anglés, Francés, Alemany, Moro, Milanés, etc. Y los nacidos aquí emigraron a millones a América (antes) y a Europa (hace 40 años) en busca de una vida mejor.

Todos somos emigrantes/inmigrantes….»

«…Las leyes de acogida y asistencia que los países aplican establecen diferencias entre quienes se acercan a sus fronteras desde el exterior. Turistas e inversores serán habitualmente bienvenidos, pero emigrantes o refugiados ya no tanto.
Inmigrantes somos todos argumentábamos hace unos años quizá cuando el pico de llegada de nuevos inmigrantes a este país. Luego la crisis económica ha cambiado algunas cosas pero una buena parte se han quedado e integrado. Ya “son de aquí”, menos para algún energúmeno del Partido Popular como el anterior alcalde de Badalona y algunos otros recalcitrantes.

De las migraciones se ha escrito mucho. Nosotros mismos en la primera década del siglo y dentro del ámbito de migraciones y salud hemos contribuido con algunos trabajos de investigación y varias publicaciones. La linea argumental aparece resumida en la entrada del blog enlazada más arriba en el sentido de que las migraciones son la parte de la historia de la humanidad más constante, probablemente incarnada en el ADN primitivo que promovía el nomadismo. Quizá la característica más “humana” de los homínidos fuese su tendencia a viajar, a cambiar de asentamiento según sus necesidades. Los otros simios son más territoriales y viajando se aprende. La teoría paleontológica del “out of Africa” sostiene que los homínidos más modernos y especialmente el sapiens, son originarios del este africano y que migraron hacia el norte, a través del Sinaí, hacia Eurasia.

Las religiones del libro consagran las migraciones (Exodus) y los viajes (Hejira). La historia de la Europa medieval es una sucesión de migraciones desde oriente. Los europeos ocuparon América, casi siempre en busca de algo mejor, aunque a menudo huyendo de algo peor, insoportable. La Guerra civil española llevó medio millón de republicanos a Francia. Mediado el siglo XX hasta 60 millones de personas se desplazaron o los desplazaron los horrores de la guerra.

Refugiados y emigrantes no se van de donde vienen: les empujan. Les empuja la miseria, la inseguridad, el hambre, la desesperanza, el miedo y la muerte, aunque luego lo vuelvan a encontrar por el largo camino hasta encontrar sosiego y acogida en otros lugares. Por eso la diferenciación entre emigrantes y refugiados, al menos en el momento actual, me parece más bien retórica. Cierto es que las legislaciones de los países occidentales están llenas de argumentaciones  y que el derecho internacional público contempla las situaciones de forma diferenciada. Así lo hace la ONU también. Pero las razones suelen ser meramente instrumentales. Por ejemplo suponen que los refugiados por una causa concreta, puntual, como un conflicto bélico, cuando este concluya es posible que quieran regresar a sus lugares de origen. Pero todo el mundo entiende que lo más común es que a la conclusión de una guerra suele quedar muy poco a lo que regresar.

El caso es que la estúpida idea de que todo el mundo debe quedarse en su casa y no molestar, parte de la concepción de un mundo fraccionado por fronteras físicas o sociales. Y eso, en el siglo XXI ya no va a ser. Los “parias de la tierra” a quienes canta La Internacional ya no aguantan más y las distancias cada vez son más cortas. Pero aunque no lo fuesen: las barcazas de los mares del sudeste asiático, las pateras del estrecho o los flotadores delante de Lampedusa son versiones de lo mismo. Como en su día lo fueron los artilugios flotantes de los “balseros” cubanos. O andando como hacen desde esta mañana los que estaban retenidos en la estación Keleti en Budapest.

Todavía no me he recuperado de la visión de la imagen del niño Aylan que mostramos en el post anterior. Y sigo sin palabras para comentarlo. Pero desde este rincón queremos recordar a nuestros lectores que, cada uno desde el suyo, actúen hacia sus respectivos representantes y gobiernos para que empiecen a comprender  el problema y arbitrar medidas, no sólo para resolver lo inmediato como pueda ser un tren de Budapest a Viena o unos ferris en la isla de Cos, sino para orientar las políticas hacia las causas que, todos sabemos, son del orden mundial y de la responsabilidad social de los que tenemos ante los que no tienen nada….»

 

X. Allué (Editor)

 

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6 marzo 2017 at 7:11

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Determinantes culturales en Pediatria social. Recopilación

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Ofrecemos una recopilación de los textos sobre determinantes culturales que hemos publicado recientemente en sucesivas entradas en este blog. Es un texto en media docena de hojas, en formato .pdf para su libre uso y difusión.

X. Allué (Editor)

Determinantes-Culturales  <—- Clicar aquí

 

 

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2 marzo 2017 at 8:57

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